Cerca de 2,5 millones de euros salen al mes desde Extremadura con destino a los países de origen de los inmigrantes que trabajan en la región --lo que supone unos 30 millones de euros anuales--. Según los datos del Banco de España, el importe medio que suelen enviar estos trabajadores a sus familias oscila entre los 100 y los 150 euros, unas remesas que crecen anualmente a un ritmo medio del 20%.

Hasta hace poco, este mercado se lo repartían las llamadas entidades remesadoras (Western Union o Giro Express), con un 80% de cuota, y los locutorios. Pero en las últimas fechas, bancos y cajas también han entrado de lleno. Las entidades financieras no han querido desaprovechar un negocio con dos puntos fundamentales: las comisiones por envíos y la aplicación de distintos tipos de cambios entre euros y otras monedas, principalmente dólares.

Este verano, un total de 31 cajas de ahorros, entre ellas Caja Extremadura, anunciaron la creación de una plataforma tecnológica y operativa para el envío de remesas de dinero. La finalidad, según las entidades financieras, es permitir a los usuarios un ahorro de hasta el 50% en este tipo de operaciones frente a lo que cobran las entidades remesadoras. Por su parte, Caja Badajoz pretendía el pasado año diseñar un sistema propio.