La riqueza para el campo extremeño. La llegada del regadío supuso un cambio conceptual para la agricultura de aquella región de mediados del siglo pasado. Fue en la década de los 50 cuando el Plan Badajoz se convirtió en un hecho diferencial para las Vegas del Guadiana. Llegaron los pueblos de colonización, los colonos, y con ellos una alteración en la fisonomía de aquella Extremadura de secano.

Hasta entonces, Badajoz era una provincia seca. Aquel plan del Gobierno franquista trajo agua y con ella la riqueza. Aunque hoy, la economía de las vegas se basa en este modo de cultivo, al principio no fue así. "A los pueblos de colonización vino mucha gente que no era agricultora, sólo entendía lo que había visto hacer con el secano. A muchos de ellos, sin experiencia y con los pocos medios de entonces no les fue bien, lo abandonaron, después de haberles dado tierra y casa y se fueron a las capitales", señala Gabriel Hidalgo-Barquero, presidente de la Asociación Profesional de Agricultores de Don Benito.

Hoy todo ha cambiado. El campo se ha profesionalizado, el regadío se ha convertido en el motor de la agricultura de estas comarcas extremeñas y el secano prácticamente ha desaparecido. Para Pedro Ruiz, agricultor dombenitense, el secano es una economía de subsistencia porque requiere menos inversión, pero más hectáreas para sacarle rendimiento. Y está el factor meteorológico: si el año es seco, como éste, todo está perdido.

Hidalgo asegura que el regadío genera más beneficios, no sólo para los agricultores, sino también para la sociedad. "Todas las empresas y muchas industrias de la zona están relacionadas con la agricultura de regadío, que además genera empleo indirecto en los pueblos de 40 kilómetros a la redonda" .

Sin embargo, asegura que el futuro es incierto debido a que los costes de la producción son cada vez mayores mientras que los precios de venta llevan incluso décadas congelados, por lo que el margen de beneficio es cada vez menor. "Hace 26 años vendí yo el kilo de trigo a 27 pesetas, me acuerdo porque fue el año que me casé, y ahora se vende a 20" comenta Ruiz, a lo que añade Barquero que en los 80 con un kilo de trigo se compraba un periódico mientras que hoy en día se necesitan siete kilos. "Ahora vivimos casi de las ayudas, que llevan también congeladas desde el año 90".

Ambos coinciden en la escasez de asesoramiento al agricultor porque "el que hay es interesado, te lo ofrece el mismo que te vende productos" y recuerdan los buenos servicios prestados por los técnicos de las desaparecidas oficinas de Extensión Agraria que eran imparciales. Para los dos, en el regadío, el futuro del sector puede estar en la fruta, que debido a las horas de sol que recibe en la comarca es de las mejores de España.