El helicóptero en el que a media mañana de ayer se mataron 17 militares españoles cuando se precipitó al suelo en Afganistán volaba a una altura de entre tres y 10 metros. Realizaba un vuelo táctico de entrenamiento por un valle desértico rodeado de montañas, a 20 kilómetros al sur de la ciudad de Herat, al oeste del país, cuando, según el ministro de Defensa, José Bono, sufrió "un impacto" y se estrelló contra el suelo. No hubo supervivientes.

Cinco de los 17 militares eran los tripulantes del Cougar HT- 21L y pertenecían a la base de El Copero (Sevilla). Habían llegado en mayo pasado a Herat, la provincia afgana bajo responsabilidad española. Los otros 12 --un teniente, un sargento, un cabo y nueve soldados-- habían llegado en los últimos días, algunos el pasado viernes, a la zona de operaciones desde la base de la Brigada Ligera Aerotransportable de Figueirido, en Pontevedra, y formaban parte del batallón que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero decidió enviar el 24 de junio pasado para reforzar la seguridad ante las elecciones legislativas afganas, previstas para el 18 de septiembre.

LUTO OFICIAL Ayer, el presidente interrumpió sus vacaciones y regresó desde Lanzarote (Canarias) para mantener un despacho con el ministro Bono y los miembros de la Junta de Jefes del Estado Mayor (JUJEM). Tras la reunión, realizó una declaración institucional en la que manifestó sus condolencias a las familias de los fallecidos, elogió la misión de las Fuerzas Armadas y permaneció en La Moncloa a la espera de la versión de lo ocurrido que le dará el ministro desde el lugar de los hechos. Cuando los muertos sean repatriados, el Gobierno, que informó rápidamente a la oposición, decretará dos días de luto. El Rey envió telegramas de pésame en nombre de la Familia Real al ministro de Defensa, al jefe del Estado Mayor de la Defensa y al jefe del Estado Mayor del Ejército.

En su primera comparecencia ante los medios, Bono no descartó que la caída del helicóptero se hubiera debido a un "ataque exterior". Según su información, a las 11.01 hora local (08.31 en España), un helicóptero español dijo que había visto una columna de humo que salía de un valle cercano a donde volaba en aquel momento. El humo procedía del estallido de otro Cougar con el que había salido de la base española Camp Arena , en Herat, para realizar "maniobras de integración en la fuerza internacional".

Al comprobar que se trataba del helicóptero hermano, realizaron un aterrizaje de emergencia para ir en su ayuda. Fue una maniobra brusca en la que tres soldados resultaron contusionados, otro con heridas "menos graves" y un quinto tuvo que ser ingresado en el hospital militar español con un ataque de ansiedad. En todo caso, este helicóptero no fue atacado, como se temió en un primer instante.

LAS DUDAS "Ha podido tratarse de un accidente o de un ataque exterior", dijo el ministro, que prefirió calificar de "siniestro" la caída del helicóptero. "La foto que hemos visto --añadió-- muestra una zona muy montañosa, pero el impacto se ha producido en una llanura en la que se podía realizar un aterrizaje de emergencia con facilidad". Las dudas de Bono procedían de la interpretación de los expertos del Estado Mayor de la Defensa (EMAD), cuyo jefe, el teniente general Félix Sanz Roldán, estaba a su lado. Roldán habló por teléfono con el piloto del helicóptero que avistó la humareda, y Bono lo hizo con el jefe de la base de Herat, el coronel Miguel Moreno. Ninguno de los dos les sacaron de dudas. Un dirigente talibán se atribuyó el ataque, pero no aportó pruebas y su reivindicación quedó en entredicho.

La OTAN aseguró que el mando de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) en Afganistán no le había notificado que fuera un ataque por lo que, en principio, parecía un accidente. Su portavoz pidió "cautela" y que se protejan las pruebas. La presencia española en Herat ha permitido a EEUU retirar gran parte de su fuerza del oeste de Afganistán para concentrarse en el centro del país y en la frontera con Pakistán, por donde se filtran los talibanes.

Aunque Bono fue informado sobre los riesgos que representan los grupos del crimen organizado, el narcotráfico y las milicias de los señores de la guerra, ayer señaló que los informes del Centro Nacional de Inteligencia en la zona no habían detectado un ambiente hostil. El ministro, que informó de lo ocurrido al Rey, a Zapatero y éste al líder de la oposición, Mariano Rajoy, leyó los nombres de los 17 fallecidos a pesar de no haber localizado aún a las familias de dos de ellos. "Lo hago de este modo --dijo-- para evitar el sufrimiento y la incertidumbre de los familiares de los 500 restantes".