Florín abandonó Bucarest por la situación económica "tan mísera" en la que se encontraba, ya que con un sueldo que rondaba los 250 euros mensuales, no tenía para sobrevivir. Llegó a España con su mujer "y con la ilusión de encontrar una vida mejor", aunque no es precisamente lo que están viviendo en Mérida.

Actualmente Florín no tiene trabajo y "no le queda otra" que tocar la guitarra en la céntrica calle Santa Eulalia. Con lo que saca de su música tampoco les da para vivir, pero asegura que sale todos los días a buscar trabajo sin encontrar nada. Florín, de nacionalidad rumana, está además "muy decepcionado" porque no recibe ayudas.

Pero no se desanima y reconoce que "no queda otra que seguir luchando para sobrevivir y poder enviar dinero a las dos hijas que tiene en su país", ya que para este músico, volver a Rumanía "sería aún peor", por la mala situación económica que el país arrastra durante años. "Un euro no significa nada y para nosotros es una gran ayuda" afirma el músico.