Las tropas estadounidenses y británicas desplegadas en el norte de Kuwait entraron ayer en contacto con un enemigo muy habitual en la zona. Una densa tormenta de arena se extendió con velocidad y redujo la visibilidad a menos de 200 metros. A la espera de que llegue el calor asfixiante, los vientos son ahora el elemento más determinante.

Las tormentas de arena son características de regiones áridas, aunque en ocasiones pueden viajar muchos kilómetros, incluso atravesar mares, y alcanzar zonas húmedas y agrícolas. En Kuwait y el sur de Irak menudean en invierno y primavera, puesto que a partir de abril se debilitan y dejan paso a la temporada del calor. En cualquier caso, los vientos de la zona --como el mítico simún-- siempre suelen estar cargados de polvo.

Una tempestad de arena surge cuando una masa de aire frío entra en contacto con otra cálida, que es desplazada hacia capas más elevadas y arrastra consigo partículas de tierra. Se forma entonces una masa turbulenta y opaca, ocasionalmente de hasta 150 kilómetros de largo, que avanza por el territorio bastante rápido, a unos 40-50 km/h. Suelen durar entre una y tres horas y pueden llegar a ocultar el Sol.

TEMPERATURAS EXTREMAS

Kuwait y la mitad sur iraquí se cuentan entre las zonas más áridas y cálidas del planeta, con precipitaciones por debajo de 100 litros anuales, inviernos suaves y temperaturas extremas de 50º, pero sólo en junio y julio. Actualmente rondan los 25º. Bagdad amaneció ayer con tiempo fresco y el cielo un poco nublado, pero no se esperan lluvias.

Las tormentas de polvo dificultan la visión y desorientan al caminante. Como bien saben los habitantes del desierto, la arena tiene la molesta facultad de penetrar en todo los rincones y puede dañar ojos y garganta. También puede estropear los motores --muy peligroso en el caso de helicópteros-- y dañar el material informático.

Aunque limita la capacidad de visión de los bombarderos, la arena tendría poco efecto en los misiles y bombas teledirigidas de las fuerzas americanas.