"La red está difuminando la diferencia entre lo público y lo privado". Esta frase del profesor de Derecho Constitucional José Julio Fernández Rodríguez encuentra casi a diario un caso real que la avala y confirma. De hecho, tanto la Agencia Española de Protección de Datos como los agentes encargados de delitos telemáticos en el Cuerpo Nacional de Policía y la Guardia Civil han registrado en los últimos años un aumento considerable de las denuncias por presunto uso ilegal o violación de la intimidad a través de internet.

Al margen del caso de Mérida, en Extremadura han transcendido otros episodios de estas características. Hace apenas un año, por ejemplo, la Delegación del Gobierno en Extremadura informaba de la detención de un joven de 18 años, vecino de Badajoz, que supuestamente había utilizado los datos personales de un compañero para crear un perfil en la red social Tuenti. Valiéndose de la identidad e incluso de fotografías de la víctima, el detenido insultaba e injuriaba a otros usuarios de la red.

También en la capital pacense, el Juzgado de lo Penal número 2 acaba de condenar a dos años de prisión a dos jóvenes por difundir sin permiso fotos de una amiga. En las imágenes la joven aparecía semidesnuda.

En Asturias, varios centros educativos han recurrido a expulsiones y denuncias ante las autoridades tras encontrar en internet vídeos y fotografías realizadas por los alumnos para mofarse de profesores. "Tenemos una extrema preocupación", reconoce el director de la Agencia de Protección de Datos, Artemio Rallo, cuando se le pregunta por el uso masivo de las redes sociales (como Tuenti o Facebook) por parte de los más jóvenes. La posibilidad de incorporar e intercambiar imágenes y cualquier otro tipo de información personal a través de estos espacios virtuales puede facilitar la violación, voluntaria o no, del derecho a la intimidad, recogido en el artículo 18 de la Constitución.

El factor anonimato

El sociólogo extremeño Raúl Cambero ha analizado durante los últimos años el fenómeno de las nuevas tecnologías, especialmente su uso entre escolares y jóvenes. "Las herramientas tecnológicas disponibles ayudan a la propagación de estos comportamientos, ya que permite el anonimato del agresor", ha subrayado. "La población debe ser consciente de que hoy en día se están utilizando las nuevas tecnologías para ganarse la confianza de las personas y llegar a cometer delitos como estafas, revelación de secretos, usurpaciones de personalidad, fraude, la venta de productos inexistentes, descargas ilegales de pornografía, injurias, calumnias e incluso agresiones sexuales, todo basado en la capacidad de anonimato", advierten desde la Policía Judicial en Extremadura.

Incluso los medios de comunicación han incurrido en este tipo de delitos. Dos televisiones andaluzas utilizaron fotos de la joven Marta del Castillo colgadas por ella o sus amigos en redes sociales, concretamente mediante Tuenti. En este caso, la fiscalía actuó para defender el derecho al honor, la intimidad y la imagen de la joven asesinada y sus amigos.

Otra situación habitual es la utilización de información íntima para llevar a cabo venganzas personales. Es lo que le ocurrió al futbolista argentino del Valencia Ever Banega. Una novia despechada difundió un vídeo en el que aparecía masturbándose. Además, existen cientos de foros y webs que albergan fotos de personas en bikini, top-less o desnudas. O incluso portales con amplios catálogos de ciudadanos grabados sin su consentimiento mientras practican sexo, duchándose o cambiándose de ropa.

Francisco Hernández, miembro del Servicio de Criminalidad Informática de la Fiscalía General del Estado, asegura que existe una "tendencia al alza" entre los jueces para imponer sanciones más duras a los autores de delitos informáticos que a quienes han tenido una actuación similar en la vida real, debido a la mayor repercusión que tiene internet.