Los trastornos alimentarios más habituales son:

Anorexia: enfermedad mental con formas de expresión sintomáticas donde el miedo a engordar y la alteración de la percepción corporal alteran los hábitos de ingesta. Puede ser restrictiva (alimentación restringida y exceso de ejercicio físico) o purgativa (alternan periodos de restricción con atracones, que se compensan con vómitos, laxantes o diuréticos).

Bulimia: enfermedad mental que se caracteriza por ingesta recurrente de alimentos en un corto espacio de tiempo y en una cantidad superior a los que la mayoría de las personas ingerirían (se denominan atracones), que lleva a la provocación de vómitos, uso de laxantes, fármacos, ayuno y exceso de ejercicio por el temor a ganar peso.

Para detectar cuanto antes estas enfermedades, la Asociación en Defensa de los Trastornos Alimentarios (Adetaex) facilita una serie de "señales de alarma".

Cambios fisiológicos: Pérdida de peso en poco tiempo, desaparición o irregularidades de la menstruación, palidez, caída del cabello, sensación de frío, debilidad y mareos.

Aislamiento: el enfermo va cerrando cada vez más su círculo de amistades, con tendencia a la soledad, la tristeza y la melancolía y aumenta obsesivamente las horas de estudio y de otras actividades "útiles".

Cambios de hábitos en relación con la comida: se producen de forma rápida y continuada (como intentar no coincidir con la familia para comer) y se obsesionan por contar calorías.

Aumento exagerado de la práctica de ejercicio físico.

Generalización de las quejas respecto a su aspecto físico: disconformes con partes de su cuerpo (especialmente caderas, muslos y barriga).

Cambio de carácter llamativo: parecen estar raros, distintos.