Extremadura está experimentando un boom en la utilización de semillas modificadas genéticamente para mejorar las explotaciones de maiz. La superficie dedicada en la región a los conocidos como cultivos transgénicos --aunque lo correcto en este caso sería decir el cultivo transgénico, en singular, porque el maiz Bt es el único que se puede sembrar y cosechar en España-- se ha multiplicado por cinco en apenas dos años.

Desde que en 1996 se inició a escala mundial la comercialización de variedades de organismos modificados genéticamente, la expansión de su cultivo no ha parado de crecer en todo el planeta. No así en España, donde la superficie se mantiene estable en torno a las 20.000 hectáreas hasta el año 2002 --a partir de entonces crece hasta haber triplicado esa cifra en la actualidad--, ni en Extremadura, donde su utilización entre los agricultores es reducida y muy variable hasta el 2006. Ese año se produce un punto de inflexión: las 2.071 hectáreas de transgénico cultivadas ese campaña pasan a 6.400 en el año siguiente y ya en el 2008, el último ejercicio con datos oficiales, se superan las 10.400 hectáreas, de acuerdo con la información que maneja el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino.

¿Qué ha ocurrido en la comunidad autónoma para que se produzca este despegue en esta variedad de maíz? Según José Cruz, secretario regional de Agricultura de la organización agraria UPA-UCE, existen varias causas posibles, pero hay una principal que tiene mucho que ver con la naturaleza del cultivo transgénico. El maíz Bt (176) se logró con un cambio en los genes del maíz común. El objetivo era conseguir que esta planta fuese resistentes a las plagas de taladro, que es el nombre común que se da a dos insectos que se alimentan del tallo de la planta hasta destruirla. Para ello se transfirió al cultivo un gen, procedente de una bacteria, que produce la proteína Bt, tóxica para la larva de estos lepidópteros. "Ante el mayor riesgo de sufrir la plaga, porque el taladro está atacando con mayor fuerza, los productores de maíz están optando ahora por la variedad transgénica. Su efectividad contra el insecto está demostrada", argumenta el responsable de UPA-UCE.

PRESIONES EN EL SECTOR Pero hay más. A las organizaciones agrarias también les consta el esfuerzo y persistencia de las campañas que están realizando las empresas distribuidoras para conseguir vender estas semillas entre los agricultores. Una presión que, a la vista de los resultados, se está mostrando efectiva. Desde grupos conservacionistas y colectivos en defensa de la agricultura ecológica, contrarios a la utilización de los transgénicos por considerar que no está probado que sean seguros para el entorno, la diversidad y los consumidores, también se acusa a estas compañías de ejercer presiones políticas y económicas sobre las administraciones y las cooperativas.

Su crecimiento en los dos últimos años ha provocado un importante incremento de su peso dentro de la producción de maíz en la región, que se concentra en las zonas de regadíos de las Vegas del Guadiana, el Tiétar y el Alagón y el Arrago. El año pasado se cultivaron 67.000 hectáreas de maíz en Extremadura; el 15% procedía de semillas transgénicas.

En ninguna otra comunidad autónoma el aumento de superficie ha sido tan brusco. De las 11 donde se utiliza la variedad Bt, todas excepto Extremadura tienden a mantener el número de hectáreas respecto a campañas anteriores. De esta forma, la región extremeña se ha convertido ya en la tercera mayor productora de maíz transgénico del país, por detrás de Aragón (con 31.800 hectáreas) y Cataluña (25.300).

Para José Cruz, al margen de la eficacia contra el taladro, la variedad modificada genéticamente no tiene mayores ventajas, aunque algunos productores y empresas aseguran que aumenta la producción respecto al maíz convencional. "Ahí hay opiniones de todos los gustos; unos te dicen una cosa y otro otra, por tanto no parece que haya relación entre su uso y los resultados de la explotación", apunta en referencia a esta variedad, sin diferencias perceptibles respecto al maíz común que tradicionalmente se cultiva en la región.