Entre los tres suman 220 vecinos y ninguno de ellos está en edad de ir a la escuela. Cachorilla (90 habitantes), Benquerencia (79) y Campillo de Deleitosa (51) son los tres únicos pueblos de Extremadura que no tienen niños entre sus vecinos o, al menos, no están empadronados en estas localidades, según las últimas estadísticas del padrón a fecha 1 de enero de 2016, publicadas el pasado mes de enero por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE).

Estos tres municipios están en la provincia de Cáceres, pero no son los únicos en los que resulta complicado encontrarse con algún menor jugando en sus calles. Hay otros 43 pueblos extremeños en los que, según los datos del padrón, no viven más de diez u once pequeños. De estos, 35 están en Cáceres, la provincia que presenta una mayor despoblación rural: son Descargamaría, Gargüera, Garvín, Carrascalejo, Ladrillar, Marchagaz, Pedroso de Acim, Pescueza o Ruanes, entre otros muchos. En la provincia de Badajoz no suman ni diez niños municipios como El Carrascalejo, Capilla, Orellana de la Sierra. Risco, Reina...

Estos pueblos llevan años sufriendo las consecuencias del descenso de la natalidad que es progresivo y generalizado desde que comenzó el nuevo siglo. En el 2000 se contabilizaron un total de 10.133 nacimientos en Extremadura mientras que el año 2015 (últimos datos) nacieron 8.895 bebés en la comunidad.

«Hay pueblos en los que no nacen niños desde hace bastante tiempo», apunta el profesor de Geografía Humana de la Uex, Antonio Pérez Díaz. «El problema es general pero se acusa sobre todo en los municipios de menos de 2.000 habitantes, que son el 75% en Extremadura». En estos municipios el nivel de envejecimiento es mucho mayor y el volumen de mujeres en edad fértil es muy endeble. «Además, esas madres rurales no se comportan ya como sus propias madres, que tenían tres o cuatro hijos. Hay pocas madres potenciales y las pocas que hay tienen un comportamiento ante la fecundidad totalmente distinto al de comienzos del siglo y más propio de ciudad», insiste.

La tasa de natalidad de la comunidad se sitúa en 8,3 nacidos por cada mil habitantes mientras en el año 2000 era de 9,5. La edad media a la que las extremeñas son madres alcanza los 31,8 años frente a los 30 años registrados cuando comenzó este siglo.

Esa escasa natalidad provoca que la sociedad extremeña eseacada vez más envejecida. Según los últimos datos del padrón de 2016, el 25,3% de los extremeños tiene más de 60 años frente al 23% registrado en el 2000. «Envejecer no es malo, es buenísimo, porque quiere decir que la gente vive más porque come mejor, se ducha más y realiza trabajos menos duros que antes. Es en realidad un triunfo de la sociedad que la esperanza de vida sea mayor, pero eso se tiene que compensar con que sigan naciendo niños porque si no se produce el problema que tenemos en toda Europa, que es el envejecimiento demográfico, y pone en un brete el estado de bienestar», explica el profesor de la Uex. Este experto señala que el problema demográfico del que se viene alertando más de una década tiene difícil solución y desde luego no se puede frenar «con paños calientes, como el cheque bebé. Requiere soluciones profundas y más decididas», advierte.