Los siete agentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) que murieron el sábado en una emboscada al sur de Bagdad fueron víctimas de "un soplo, una traición o una delación", según la versión que dio ayer el ministro de Defensa, Federico Trillo. Pero la falta de un enlace directo de comunicación entre los agentes españoles y las tropas de EEUU, que tienen un destacamento en la zona, impidió que los atacados recibieran ayuda a tiempo.

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Al menos tres espías se enfrentaron a los agresores y resistieron durante 20 minutos con sus armas cortas al fuego de los fusiles de asalto kalashnikov de los atacantes, según relató el único superviviente, José Manuel Sánchez Riera, al ministro.

Trillo relacionó la emboscada con el asesinato, el 9 de octubre pasado en Bagdad, del agente del CNI José Antonio Bernal y dijo que podría existir "un vínculo entre ambos hechos". Alguien del "entorno" de Bernal y del jefe de la misión, Alberto Martínez González, muerto el sábado, seguramente un confidente, habría dado el soplo a los atacantes, según Trillo.

Martínez solicitó su relevo el mismo día en que fue asesinado Bernal, pero no iba a ser sustituido hasta el mes de enero. Llevaba tres años en Irak y se consideraba "quemado", por haber sido identificado por el enemigo en compañía del agente asesinado.

"¡ABAJO, QUE NOS FRIEN!" Según la versión más verosímil, confirmada por el ministro, el autor del "soplo" habría facilitado la ruta que iban a realizar los agentes españoles hacia el sur, lo que permitió al comando asaltante, compuesto por cinco individuos en un coche, esperar su llegada, realizar un breve seguimiento y atacar al primer coche con ráfagas de kalashnikov y granadas de mano. El vehículo se salió de la calzada. Los cuatro agentes murieron en el ataque. Los otros cuatro, que iban detrás, también fueron tiroteados. "¡Abajo, abajo, que nos fríen!", gritó el superviviente, Sánchez Riera. Tres pudieron cruzar la autopista y resistir entre 20 y 30 minutos, según Trillo.

En el momento del asalto, el tráfico quedó paralizado. A falta de un protocolo de conexión con los militares de EEUU, uno de los agentes telefoneó a la base del CNI en Madrid, desde donde se alertó al cuartel de Diwaniya. De allí despegaron tres helicópteros, pero ya era tarde. El único superviviente logró escapar en un coche conducido por un policía iraquí o en un taxi, según las diferentes versiones, y dio aviso a la policía.