¿Dónde están las minas de hierro que surten a la siderúrgica?, se preguntó Ibarra. Y se contestó: no existen, la planta trabaja con chatarra, y ha contribuido a limpiar de estos desechos Extremadura, y parte de Portugal y Andalucía. Si no existiese la cementera, ¿no se construiría en la región? Y si la respuesta es sí, ¿de dónde y cómo viene el cemento? Y se volvió a contestar: vendría de lejos, en camiones que gastarían combustible, contaminarían, gastarían ruedas y maltratarían las carreteras, obligando a utilizar derivados del petróleo para arreglarlas.

¿Y si no se pusiera la refinería? El combustible vendría, como en el caso anterior, y con los problemas anteriores, en camiones, que, además constituyen un riesgo para la población.

Con este autointerrogatorio , el presidente de la Junta trató de demostrar que no contar con este tipo de instalaciones ocasiona, a fin de cuentas, más daños medioambientales que los que provocan las industrias.

En cuanto a los perjuicios agrícolas esgrimidos, sobre todo para el viñedo de Tierra de Barros, Ibarra apuntó que el entorno de la refinería de Puertollano también es zona vitivinícola.

"La planta extremeña contaminará mucho menos, porque es de última generación", manifestó, y agregó: "salvo que alguien demuestre que la refinería de Puertollano está dañando la producción de vino de la zona, y parece que no es así, mal favor se estará haciendo al vino extremeño del entorno de la refinería haciendo ese tipo de afirmaciones". Por eso, sentenció que la discusión no está en si habrá o no refinería, sino en que se evite en lo posible la polución.