La realidad de cada uno de nosotros vive en el aislamiento de nuestra propia incomprensión. ¿Cómo comprender el principio y el final de la nada? ¡Qué impotencia no poder separar cuerpo y mente!; de la misma manera que optamos por el sí o por el no ante cualquier peliaguda decisión.

Esta fuerza mental, atrapada en un cuerpo insignificante, deambula por el espacio, arrastrándose por las entrañas de una ignota misión existencial. Ingobernable fuerza de la mente, tu desaparición llegará al mismo tiempo que la galaxia termine de expandirse en la última de las explosiones.

Acabando así, con este arcaico existencialismo, que convive atrapado entre corrientes filosóficas, y frágiles huesos.