En una región como Extremadura donde en los años 80 todo estaba por hacer, Angel Campos entendió que no bastaba solo con escribir y había que pasar a la acción. A ello se dedicó toda su vida, truncada el 25 de noviembre por la muerte en Badajoz a causa de un cáncer. Tenía 51 años y acababa de publicar su poesía completa: La vida de otro modo (Calambur). El día siguiente le iban a entregar el premio Eduardo Lourenço por su relevante labor en el ámbito de la cooperación de las comunidades ibéricas.

Fue poeta, traductor, editor, agitador cultural. Fue, sobre todo, un hombre generoso, según resaltaron quienes le conocieron y compartieron con él horas de amistad y compañerismo.

La Junta de Extremadura, en un comunicado, lamentó "profundamente", el fallecimiento del escritor. Por el tanatorio del hospital Infanta Cristina de Badajoz pasaron gentes del mundo de la cultura y la política, amigos y conocidos del escritor extremeño, como Javier Fernández de Molina, pintor con quien Campos colaboró estrechamente en algunos de sus libros (La ciudad blanca ), Antonio Franco, director del MEIAC, el artista Luis Costillo, el concejal Francisco Muñoz, el expresidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, el líder de Izquierda Unida en Extremadura, Pedro Escobar o los escritores José Antonio Zambrano y Antonio Gómez.

LIRICA LUSA

Nacido en 1957 en San Vicente de Alcántara, donde tuvo lugar el sepelio, Angel Campos Pámpano estudió en la Universidad de Salamanca. Tras licenciarse en Filología Hispánica, en Extremadura hizo colas en la dirección provincial de Educación, según recordó el poeta Luciano Feria. "Ambos pedíamos trabajo como maestros, sin saber que cada uno también escribía". Y a la docencia dedicó su vida profesional.

En aquella época de finales de los 70 de recitales públicos de poesía, quienes iban a protagonizar la renovación lírica en Extremadura, coincidieron frecuentemente y establecieron relaciones de amistad. En Zafra conoció a Alvaro Valverde, con quien firmó en 1984 la principal antología poética de entonces, Abierto al aire . "A él se deben los cambios en la literatura extremeña de esa década", afirma Luis Sáez, director de la Editora Regional de Extremadura. "No bastaba escribir libros. Estaba todo por hacer y a eso se dedicó", explica Valverde.