Si es verdad, como afirma la protagonista Juliet Ashton en esta novela, que "el 30% de los libros que se venden, se compran para regalar", La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey podría aspirar a convertirse en uno de los obsequios estrella.

A priori, esta ópera prima que la editora, librera y bibliotecaria estadounidense Mary Ann Shaffer (1934-2008) logró acabar, con la colaboración final de su sobrina, Annie Barrows, antes de morir, tiene prometedores ingredientes: es una obra sobre el poder de la lectura en tiempos de crisis, recrea un periodo histórico tan apasionante como el de la ocupación nazi en las británicas Islas Anglonormandas, combina mediante una efectiva estructura epistolar diversos misterios y un par de romances y encima posee al menos una docena de sugerentes personajes, entre ellos un criador de cerdos hipersensible, un mayordomo alcohólico que se hace pasar por lord , una vendedora de conservas aficionada a la frenología, una ridícula anciana moralista, un loro llamado Zenobia y hasta una madre soltera enviada a Ravensbrück por ayudar a un hambriento.

Y todo, a partir de una idea brillante, que sostiene la obra: el intercambio de cartas que la escritora Ashton, enfrentada a un bloqueo creativo, inicia con un supuesto club de lectura, improvisado por unos vecinos de la isla de Guernsey tras romper, en plena segunda guerra mundial, el toque de queda para zamparse a escondidas el último puerco que habían logrado hurtar al saqueo germano.