Y ya no me acuerdo de naaaaaa". El Robe rectificó inmediatamente la última frase de la última canción de su concierto del día 12 de junio en Cáceres. "Gente, sí me acuerdo de vosotros", les soltó a los aproximadamente 6.000 espectadores que asistieron. La mayoría disfrutó con las viejas canciones de Extremoduro, la banda de origen extremeño más reconocida y de éxito.

La noche, que tuvo como escenario en recinto hípico cacereño, habló bien del estado de forma de Roberto Iniesta y sus secuaces . Acaban de sacar a la calle Grandes éxitos y fracasos , el recopilatorio de rigor en el que al menos existe el aliciente de que algunos de los clásicos de los años oscuros de la banda están regrabados, mejorados técnicamente. No es buen síntoma de creatividad, aunque a las leyendas --y Robe ya lo es, claro-- se les perdona casi todo.

A cambio, Extremoduro se ha convertido en una banda perfectamente sincronizada, técnicamente perfecta, con una puesta en escena impecable. Al menos, intentaron desmentir a quienes les acusan de estancados interpretando una nueva canción. Todo lo demás, durante más de dos horas --con un descansito de 15 minutos-- fueron revisiones de los temas que les sacaron de las catacumbas y les colocaron en Los 40.

MOMENTO ´PERDRA´

Fue un concierto de menos a más. La cosa no empezó muy allá. Cabezabajo no enganchó demasiado. Además, se notaba una falta de decibelios que rápidamente fue solucionada. Robe , sin camiseta y sin establecer un diálogo con el público entre canción y canción --algunos lo echaron de menos-- se dedicó a recordar sus dos últimos discos en estudio --Canciones prohibidas y Yo, minoría absoluta -- y dio paso después a la sorpresa de la noche: la interpretación de Pedrá , un tema de nada menos que 28 minutos. Exquisitamente ejecutado, algunos seguidores no salían de su asombro por lo inhabitual de la decisión. Es cierto que se hizo un poco largo, aunque también pueda extraerse la lectura de que estos chicos no se anquilosan.

Después llegó la pausa. Y el regreso se produjo con la fuerza que se había echado en falta anteriormente. Fenómeno curioso el de Extremoduro: la gente se sabe de pe a pa esos tres o cuatro primeros discos que no se vendieron casi nada. Especialmente bien Jesucristo García , un autobiográfico alegato, y Deltoya , la que más polvo levantó en el recinto.

SUPO A POCO

Sólo hubo un bis. Una pena, porque el cotarro ya estaba muy animado a esas alturas. Normal. Cuando se suma nostalgia con buen sonido pasa lo que pasa. Quizás no haya que esperar ya grandes obras --tipo Agila -- de Robe , pero sí espectáculos agradables y casi conmovedores como el de la noche del 12 de junio en el Hípico.