Maribel Verdú rezuma entusiasmo. Tras pasar 24 meses en barbecho y ser rescatada por el Fauno, la actriz española afronta sus esplendorosos 36 años con la agenda llena y una sonrisa pletórica. Hace una semana llegó a las pantallas El niño de barro , donde interpreta a la madre de un atormentado chaval que tiene visiones de asesinatos reales. Y en breve aterrizarán La zona (del mexicano Rodrigo Pla), Oviedo express (Gonzalo Suárez) y Siete mesas de billar francés (Gracia Querejeta).

Todos los proyectos surgieron cuando estaba metida en el amargo papel de Mercedes, así que Verdú se quita el sombrero ante Guillermo del Toro, director de El laberinto del fauno y artífice de su golpe de suerte. "Mi gordo maravilloso me ha redescubierto para los españoles", afirma eufórica. Enhorabuena. A ella y a los españoles.

A pesar de su envidiable agenda profesional, Verdú tiene la suficiente inteligencia como para dejar claro que el trabajo no lo es todo en la vida. Esta máxima, precisamente, es una de las razones por las que no le tienta hacer las maletas y poner rumbo a Hollywood. "He tenido alguna propuesta, pero sería incapaz de vivir allí porque me moriría de la pena. En EEUU la gente vive para trabajar. ¡No tienen vida! No puedo, no puedo", afirma mientras se echa un ilegal cigarrillo y disfruta con un pincho de tortilla de patatas. "Solo hay un éxito en la vida, que es vivir como uno desea. Y yo --concluye-- vivo como deseo".

TERAPIA PERSONAL

Su optimismo no significa que Verdú no tenga momentos (personales) malos. Pero como no es de las que se desahogan de puertas para fuera, utiliza sus papeles dramáticos para desquitarse. Es su terapia personal. En El laberinto del fauno lo hizo. Y también en El niño de barro , donde Verdú interpreta a Estela, una inmigrante española que intenta sobrevivir en el Buenos Aires de principios de siglo. La gallega Estela pasa un calvario cuando su hijo --el impresionante Juan Ciancio-- tiene pesadillas con varios asesinatos de niños y él se convierte en el principal sospechoso.

El filme, primer largometraje del español Jorge Algora, está basado en hechos reales. A los chavales argentinos todavía hoy se les asusta con la frase de que viene el Petiso Orejudo , el primer niño asesino en serie de la historia. La película muestra a niños golpeados y a niñas quemadas vivas, pero Verdú ha salido indemne del horror. "A muchos actores les afectan sus papeles. Yo me lo curro para que no sea así. Si me afectara personalmente el drama que estoy interpretando estaría en tratamiento psiquiátrico", responde. La actriz, sin embargo, afirma que en El niño de barro ha rodado la escena "más dura" de toda su vida. Y eso que tiene 60 películas. La brutalidad del filme hizo necesaria la presencia de una psicóloga para el Juan Ciancio que interpreta al niño Mateo. "Costó, costó, pero salió", dice el chaval a la hora de resumir su trabajo.