Originariamente, las cárceles del Corregimiento se situaban en las inmediaciones del Arroyo de Ríos Verdes, enfrentadas a la huerta de los Carvajales, pero en 1529, por disposición de Catalina de Saavedra, se establece en Cáceres la Orden de los Predicadores. Se adquieren al Concejo las cárceles, que se encontraban en un estado ruinoso, para poder acometer, de tal manera, la erección del Convento de Santo Domingo.

Era, pues, urgente la creación de una nueva cárcel y el Corregimiento decidió adquirir alguna casa cercana a su propio emplazamiento, que no era otro que el actual Foro de los Balbos. Decidió adquirir las conocidas como Casas de la Romera --adosadas a la Torre de la Yerba-- que eran propiedad de la familia de Alonso de Villareal, quien entró en un complicado pleito a cuenta de unas arrobas de vino y un alquiler, que no viene demasiado al caso. De cualquier manera, en esa vivienda, cercana al Atrio del Corregidor y al Vergel, se situaron las cárceles municipales hasta bien entrado el siglo XIX. Existe todavía, alguna placa fotográfica que nos las muestran, apuntaladas, en 1869. Se derribaría, posteriormente, para levantar el almacén de cereales y casa de Rufino Casares, que perduró hasta las reformas de Alfonso Díaz de Bustamante.

Pero no fue ése el único establecimiento penitenciario de Cáceres. El establecimiento de la Real Audiencia en 1791 hizo necesaria la construcción de otra cárcel en las inmediaciones del Hospital de la Piedad. Las cárceles de la Audiencia se situaron en la Calle Nidos, con entrada por el estrechísimo Callejón de San Benito, también conocido como Calleja de la Cárcel. Desde la desaparición de las cárceles del Concejo ésta fue la única cárcel con la que contó Cáceres.

Las condiciones de notable insalubridad en las que se encontraba aquel establecimiento, llevaron al alcalde Antonio Canales a promover la construcción de un edificio amplio, saneado y moderno que mejorara las inhumanas condiciones de la vieja cárcel de la Calle Nidos.

En 1932, siendo ya diputado a Cortes, inicia, junto al también diputado Pablo Valiente amplias negociaciones para que ésta se llevara a cabo. Consiguieron fondos procedentes de diversos ayuntamientos que colaborarían en su construcción, no en vano, sería el primer establecimiento penitenciario de la provincia. El Ayuntamiento de Cáceres dispuso la cantidad de 125.325,80 pesetas para levantar el edificio sobre una hectárea de terreno que cedió Carlos Iglesias en el camino de los Cuatro Lugares.

Existe una magnífica instantánea de la colocación de la primera piedra en la que se observa a Canales, con gesto decidido, aire desgarbado, cigarro en mano, dirigiendo su discurso a solemnes autoridades civiles y militares. Era el 26 de febrero de 1934 y se estaba realizando una gran conquista social para Cáceres: la consecución de un establecimiento penitenciario más acorde con los inherentes, fundamentales e irrenunciables Derechos Humanos. Por paradojas del destino, Canales estuvo en las dos cárceles: en la de la Calle Nidos --después de su arbitrario arresto tras el alzamiento-- hasta el 26 de julio de 1937, cuando, por orden gubernamental, se le trasladó a la cárcel nueva, donde estuvo recluido e incomunicado del resto de los prisioneros, hasta su inútil fusilamiento, el día de Navidad de 1937.

La cárcel (entonces conocida como nueva y hoy como vieja, para distinguirla del moderno centro penitenciario en la carretera de Trujillo) es un símbolo evidente de las conquistas sociales en nuestra Ciudad, un ejemplo arquitectónico de la época de la república, un testimonio vivo de la historia todavía reciente. No deberíamos permitir otro atentado contra nuestro patrimonio, ser generosos y dotarle de un contenido social que a todos satisfaga.

*Vicepresidente ejecutivo de la Fundación Cáceres Siglo XXI