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La novia y sus damas

TDtespués de más de un año de obras, la plaza Mayor de Cáceres se muestra blanca y reluciente, como una novia preparada para su boda, aunque se han notado mucho las prisas los últimos días para tener listo su traje. Me temía que sus damas de honor se presentaran a cortejarla cual verdaderos adefesios. Díganme si esas calles cercanas, despeinadas y mal vestidas, merecían rodear a tan distinguida señora. Pero no, al final han decidido acicalar a las damas con el mismo empeño y apresuramiento que a la novia.

Esas calles que rodean a la plaza mostraban la decrepitud que produce el abandono de algunos políticos y la incivilidad de una parte de los ciudadanos -no todos los políticos son dejados en sus funciones, ni todos los ciudadanos incívicos en sus acciones-. Que Cáceres es una urbe pintarrajeada con aerosol de norte a sur y de este a oeste es bien sabido -veo esos horribles grafismos en los sitios más inaccesibles, lo que me hace pensar que los vándalos que los realizan son tozudamente temerarios y a veces se juegan el tipo para dejar sus afeadoras marcas-.

En cualquier residencial nuevo puede contemplarse una saturación de garabatos indecorosos. Lamentablemente nos hemos acostumbrado a ver estas firmas incluso antes de ser ocupadas las primeras viviendas de un barrio, pero en las calles adyacentes a la Plaza además se unen a fachadas ruinosas y puertas maltrechas de casas deshabitadas, lo que presenta un panorama mucho más deplorable.

Sea bienvenida esta campaña higiénica que dejará las calles cercanas a la plaza bien aseadas, pero de nada servirá si tras las elecciones los nuevos ocupantes del consistorio las desatienden y no nos meten en una campaña continua de concienciación, de manera que todos, autoridades, políticos y ciudadanos, pongamos de nuestra parte para que no volvamos a ver esas calles tan deterioradas. Bien podría servir de eslogan un conocido proverbio: No es más limpio quien más limpia, sino quien menos ensucia.

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