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Un centenario ilustre

THtan transcurrido 100 años desde el nacimiento de Carlos Callejo en Barcelona, en 1911, y fallecido en Cáceres en 1992. Un catalán de plurales carismas, venido a estas tierras, en 1943, cuando tenía 32 años. Llegaba con una maleta llena de ilusiones y con todo un futuro por delante. Trabajaba en Telégrafos.

Aquí se casó y aquí tuvo cuatro hijos. No pensaba este hombre enjuto, de rostro magro y gafas graduadas, que iba a ser extremeño durante 50 años. Y menos que su trayectoria iba a caracterizarse por un tan brillante cursus honorum , que llegaría a ser conocido a escala nacional. Callejo fue un hombre desbordado por un torrente de quehaceres y aficiones, llevado de su indeclinable pasión por conocerlo todo, saber de todo, entrando en los más sesudos aspectos científicos, alertado siempre ante toda novedad histórica y arqueológica, sin cejar nunca en sus esfuerzos descubridores. Además, claro está, de graduarse en Electrónica y titularse Ayudante de Telecomunicación, ser Conservador del Museo Provincial de Cáceres, y luego director del Museo Arqueológico, delegado de Excavaciones Arqueológicas, secretario de la Comisión de Monumentos, y Académico Correspondiente de la Academia de las Letras y las Artes de Extremadura.

Todo ello le llevaría a relacionarse con la élite de los especialistas del país, quienes veían en él a un solvente científico, a un trabajador infatigable y un tenaz buceador de cuanto tuviera para él suficiente mordiente científico. Tenacísimo investigador, estaba dotado de fino olfato para lograr hallazgos insospechados, y de una notable capacidad de análisis para calibrar lo conseguido. Fue triple su vertiente de trabajo: la investigación histórica, la literatura y su colaboración con la prensa.

Pero su logro estrella sería el hallazgo de Maltravieso, descubriendo y divulgando, en 1956, sus pinturas rupestres, posteriormente estudiada por Martín Almagro, Jordá y Breuil . Hallazgos que potenció en publicaciones y Congresos nacionales, y en el diario "Extremadura". Y de la investigación, en pirueta increíble, pasaría a la novela --con siete títulos-- y a la lírica, así como a sus incontables aficiones personales. Quede esto escrito, en su Centenario, evitando que el humo del tiempo difumine una obra que siempre habrá de recordarse. Ya, en mi libro Hijos Predilectos y Adoptivos de Cáceres (2006), dejé su semblanza biográfica, al estar inserto en este grupo de hombres que dieron prez y categoría a nuestra ciudad.

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