Francisco Casero y Cruz Bravo habían tenido primero un bazar hasta que finalmente se encargaron del Parador de la Esperanza, situado en la plaza de los Maestros, justo enfrente del Parador del Carmen. El de la Esperanza tenía cuadras para animales en la planta baja y camas para huéspedes. Acudía mucha gente a diario a ese parador, dejaban las bestias en las caballerías y pasaban el día en la ciudad o hacían noche en alguna de sus habitaciones.

Era entonces la Cruz de los Caídos y su entorno el nudo de comunicación más importante de Cáceres, por su cercanía a la estación de trenes, que estaba en Los Fratres. Allí estaban los almacenes de Abad , los de Santos Pérez , y el Fielato, lugar hasta el que los niños acudían a llevar los borreguitos pascuales para sus correspondientes revisiones. Cuando eras pequeño, en Cáceres estabas deseando que llegaran las vacaciones para sacar de paseo al campo al borreguito, te ibas al Vivero y al Rodeo en busca del trébol necesario y tu madre se encargaba de engalanar al animal con borlas de lana de distintos colores y un pañito bordado que siempre lucía en su lomo, además de la preceptiva campanilla al cuello y una cuerda con la que tirabas de él.

Miguel Casero

Francisco y Cruz tuvieron muchos hijos, entre ellos Juan Antonio , José Antonio , Matilde , Bibiana y Miguel . Respecto a los varones, Juan Antonio fue delegado de una firma de abonos y tuvo tres hijos, uno de ellos, Paco , fue director de un laboratorio farmacéutico. José Antonio era representante y vivió en Madrid.

Miguel, el otro de los hijos varones, se marchó a Vigo con tan solo 11 años con su hermano Juan Antonio, donde vivía un tío suyo, para estudiar lo que entonces llamaban Comercio y Bachillerato. Volvió a Cáceres Miguel para hacer el servicio militar, aquí se quedó y aquí se casó con Marina Morato Rodríguez . Marina era hija de Manuel Morato y Mercedes Rodríguez . Manuel era sastre y tenía su sastrería en la calle Parras, y Mercedes tuvo un ultramarinos en Colón, esquina con Camino Llano, un comercio pequeño, con un mostrador y dos habitaciones al fondo que servían como almacén.

Además de Marina, Manuel y Mercedes tuvieron otros tres hijos: Juana , que era la mayor y se casó con Manuel Cáceres , que fue un empleado de Fernández y Auto Res; Ignacio , que era funcionario de Obras en el ayuntamiento; y Antonio , empleado de Candela y Compañía, que tenían en Fratres almacén y coloniales.

Comenzó Miguel trabajando como administrativo en Líneas del Oeste, unas líneas de autobuses que iban de Cáceres a Madrid por Trujillo y que también tenían camiones de transporte. Trabajaban allí igualmente Manuel Cancho o Pedro Marín . Miguel se hizo luego agente comercial y, a través de Industrias Marca, tuvo suerte de coger buenas firmas como Norit, insecticidas Orion y Tinte Iberia, que servía para teñir la ropa y el que más se vendía era el negro.

Representante

Miguel era representante en Cáceres y su provincia. Los productos que servía para la provincia le llegaban directamente desde Barcelona, y para la mercancía que se repartía en la ciudad abrió un almacén en la calle Parras. Miguel y Marina vivieron primero en la calle San Vicente, a los pies de la plaza Marrón, y luego se trasladaron a Parras, al número 46, a una casa alquilada con cuatro habitaciones, cocina y aseo.

Aquella casa tenía un patio que la separaba de los Almacenes de Víctor García , que luego fueron de Reviriego . Allí vivían como vecinos Luis Alvarez , que era funcionario de la diputación, casado con Antonia Tapia ; Miguel Cascos , y el arquitecto de la casa que se apellidaba Calvo , que acudía mucho al Jamec, era soltero y realizó los proyectos de muchos edificios de Cáceres.

Enfrente de la vivienda de los Casero estaba la imprenta El Noticiero, Casa Juan (que luego fue Galvao) y la Bodega Cervantes con sus inolvidables toneles, enormes, repletos, que a mediodía aquello era todo un correo de mujeres que acudían con sus botellas y garrafas en busca del vino para la comida. Estaba también la churrería de Martín y enfrente un pequeño comercio de ultramarinos.

Pasado el tiempo, Miguel y Marina se trasladaron al número 28 de la calle Parras, a una casa que adquirieron en propiedad:

abajo las oficinas; en el primer piso había un salón, cuatro dormitorios, la habitación de servicio, cocina, baño y aseo. La casa también disponía de una segunda planta y arriba estaba la terraza y un trastero.

Tras un periodo dedicado a los seguros de Mare Nostrum y Covadonga, y a la venta de abonos y pienso en grano (no compuesto), que era el que se vendía entonces, Miguel se lanzó al negocio de compra venta de fincas rústicas, un negocio al que dedicó gran parte de su vida. Fue Miguel Casero un hombre reconocidísimo en Cáceres, durante más de 20 años mayordomo de la cofradía de la Montaña. En su mayordomía promovió los actos del 50 aniversario de la coronación canónica de la patrona, la cafetería del santuario (cuyo arquitecto fue José Ulecia ), y fomentó las novenas.

Miguel y Marina fueron padres de cuatro hijos: Bibi (que se casó con Juan Luis León , funcionario de Obras Públicas y que tuvieron cinco hijos: Asun , Miguel , Juan Luis , Cristina y Gema ); Luis (casado con Rosa González y padres de cinco hijos: Luis Fernando , Guillermo Miguel , Rosa , María y Juan ); Marina (que vive en Calpe y tiene cuatro hijos: Marina , Belén , Pedro y Olga ).

Manolo Casero

Y Manolo , el otro hijo de Miguel y de Marina, que estudió hasta la Primera Comunión en el Colegio de Cristo Rey, donde le dieron clase fray Gabriel y el padre Pedro de Ingreso. Después pasó Manolo al San Antonio, donde estaban el padre Manuel , el padre Barrios , el padre Antonio Corredor , esos de curas, y luego de profesores estaban don José Vigara , Rodrigo Dávila , Valentín Velasco , Miguel Antonio , Pablo Naranjo , Hilario , que daba inglés, y Gerardo del Camino , que era el de francés.

Con Juan José Alonso Martínez , su íntimo amigo, marchó a Madrid, allí estudió Manolo Perito Agrícola. Al terminar lo destinaron a Zamora, donde estuvo hasta finales del 67. De vuelta a Cáceres ingresó en 1977 en el Iryda, trabajo que compatibilizó con su oficina de agente de la propiedad inmobiliaria.

Manolo Casero se casó con Paloma , la hija de Matilde Francés y Saturnino Méndez , que era propietario de una agencia inmobiliaria. Manolo y Paloma tienen cuatro hijos: Manuel , Paloma , María y Miguel , miembros de la vasta generación cacereña de los Casero, esa que veía pasar la ciudad desde el Parador de la Esperanza, cuando ni en El Vivero ni El Rodeo faltaba el trébol del borreguito pascual.