--¿Por qué elige la temática religiosa?

--Mi vocación de toda la vida ha sido religiosa. Estuve en una guardería de monjas y un colegio de curas. Iba a la Iglesia de Guadalupe con mis amigos del barrio. No es algo que aparezca con 33, Hágase mi voluntad , sino que ya en todos mis Actos Intimos hay esa parte religiosa. No sólo católica, sino que he tenido contacto con muchas otras religiones. Forma parte de mí y de mi forma de expresarme. Siento mucho respeto por la gente devota y practicante, aunque mi religión es estar vivo en el presente, muy natural.

--¿Cuáles son los personajes que más ha disfrutado interpretando?

--He llegado a una especie de madurez en la que aceptas que cada personaje tiene algo de ti mismo. He hecho de Romeo, de Don Juan, de marqués, de guardia civil... Son todos muy diferentes, no puedo quedarme con uno. Quizás me han marcado especialmente los dos últimos. El Marqués de Sade, con la dominación y el sadismo, y Jesucristo. Ambos trascienden, son complementarios. Encuentro rasgos de ellos en mí mismo.

--¿Qué le queda por hacer? ¿Qué le supondría un verdadero reto profesional?

--Me gusta sorprenderme. Nunca he pensado 'quiero hacer este personaje antes de morir'. Vivo en el presente, la oportunidad de un nuevo personaje la tomo como un regalo, y lo disfruto. He hecho de todo, he probado en numerosas disciplinas, desde musicales hasta radio. Y agarro el personaje que sea con fuerza. De hecho, no soy nada racional, sino bastante impulsivo, así que lo que venga próximamente es bienvenido.

--Ha participado en numerosas obras en las que aparece desnudo, ¿qué aporta a su interpretación la falta de ropajes?

--Me da la vulnerabilidad y transparencia, una libertad de comunicación sin corazas. Los espectadores viven el personaje, mi única vestidura es mi cuerpo, todo venas y huesos. Es muy natural, la verdad sin adornos. Con el vestuario me entra la inseguridad, cuanto más desnudo emocional y físicamente esté, mejor me siento para interpretar. No me aporta fragilidad, al contrario, es muy poderoso, estás fuera de todo artificio y así pueden fluir los sentimientos con el público muchísimo mejor. Alguna vez me han dicho que soy como un prostituto de las emociones.

--Vive en el presente pero, ¿piensa alguna vez en futuro?

--Lo único que quiero en el futuro es vivir mucho, como hasta ahora. No soy autosuficiente, necesito gente a mi alrededor, pasión, tristezas del mundo y alegrías. Conocerlo todo. No tengo un proyecto concreto, no soy hombre de metas. Solo quiero compartir todos los momentos con gente que quiero, siempre estar acompañado.

--¿Qué es lo que más disfruta de Extremadura? ¿Volvería?

--Yo siempre digo que en realidad nunca me he ido, y nunca me iré. En Madrid, donde ya llevo 14 años, me dicen que siempre estoy hablando de mi tierra. ¿Cómo no? Es donde tengo mis raíces, gran parte de mi inspiración viene de allí, de mi familia y amigos, mis veranos en La Vera, mi colegio el Diocesano... Todo forma parte de lo que soy ahora. Y mi gente, el público, y los medios extremeños me recuerdan que sigo muy presente. Siento el abrazo de Cáceres, soy muy afortunado por eso.

--Si pudiera trabajar con cualquier director...

--Creo que un director no tiene por qué tener una formación en el arte. Como sueño, me gustaría que me dirigiera alguien que yo conozco. Y qué mejor que mi abuela, de 92 años, con toda su experiencia en la vida y todo su bagaje. Desde el punto de vista emocional, sería muy tierno.