Hasta el último momento ha estado al pie del cañón. Convulsión hasta el día antes de dejar su puesto, al que llegó en 2001. Ese año José Ramón Rodríguez Berrocal accedió a la secretaría del grupo municipal socialista en el ayuntamiento. Entonces había confusión y cambio. Ayer también. Hoy, con la satisfacción del deber cumplido, se jubila y con él se va una parte de la historia de las últimas cinco corporaciones del Ayuntamiento de Cáceres.

Llegó al grupo municipal socialista en pleno relevo al frente del equipo local socialista. Victoriano Roncero dejaba la portavocía del grupo y le sustituía Francisco Javier Pizarro, que se había presentado para ser el número dos de Roncero y que para su sorpresa se encontró como cabeza del grupo municipal en un momento muy difícil para el PSOE y de mayorías absolutas para el Partido Popular.

Eran los tiempos de José Maria Saponi como alcalde. Saponi le dio la bienvenida. Le conocía, había sido profesor suyo en el ‘Paudi’, hasta recordaba sus apellidos, aunque entonces eso era hasta lo normal en la ciudad, donde se conocían todos o casi todos. Su primer maestro en el grupo fue Carlos Jurado, concejal coordinador dentro del equipo del ayuntamiento, un cargo que no se ha repetido en los sucesivos grupos municipales.

Desde entonces todo vino rodado: preparar las carpetas con la documentación del pleno y de las comisiones --esos órganos informativos en los que realmente se toman las decisiones del ayuntamiento--, atender a los ciudadanos y asociaciones que acuden al grupo municipal a exponer sus quejas para trasladarlas a los concejales, las labores de intendencia, de protocolo y de gestión, el seguimiento de los expedientes, de las medidas del programa electoral..., su trabajo ha sido en cierto modo ser la sombra de los concejales que en las últimas cinco corporaciones han pasado por el grupo municipal socialista. Además de con Pizarro, en estos años ha trabajado con otros portavoces del grupo municipal, como Carmen Heras, que fue alcaldesa, Vicente Valle y en los últimos cuatro años con Luis Salaya.

«Es un trabajo silencioso, pero sin él los políticos estarían perdidos», explica desde su asiento en el despacho del grupo municipal, donde hace unos años siempre había más de un concejal leyendo los expedientes en papel, ahora ya no es tan asiduo ver a los ediles en el despacho, tienen enseguida la documentación de cada pleno o comisión informativa en el móvil o en la tablet.

No es la única diferencia, antes la edad media de las corporaciones era mayor, «ahora es de cuarenta años hacia abajo», y antes había más distanciamiento entre los miembros de los distintos partidos, se marcaban más las diferencias, ahora hay «más camaradería, puede ser porque la gente es más joven, pero ya no hay ese distanciamiento que percibías antes».

En sus cinco corporaciones en el ayuntamiento ha visto de todo: desde los gobiernos de mayoría de la segunda legislatura de Saponi y la primera de Elena Nevado, a los gobiernos en minoría del tercer mandato del primero y del segundo de la segunda. También vivió los cuatro años del gobierno socialista de Carmen Heras. En el gobierno tienes «casi el doble de responsabilidad que en la oposición, tu trabajo está en dos sitios --en el grupo municipal y en la planta de alcaldía donde están los concejales--», según detalla.

Fue una etapa difícil, con un gobierno que se quedó en minoría a mitad de la legislatura, fue la etapa del histrionismo de Santiago Pavón, que hacía que sus razones se perdiesen por sus formas, del tortuoso concurso para la adjudicación de la gestión del agua y del pleno en el que José Joaquín Rumbo rompió la disciplina de voto del PP para desatascar la adjudicación, pero de esta etapa José Ramón recuerda «lo irracional e injusto» que fueron las sentencias que después recayeron sobre miembros de aquel equipo de gobierno, en especial la del ruido en la Madrila que afectó a Heras y a Jurado, «sorprende la dureza de esa sentencia, ninguno de los dos era responsable y ese problema venía de antes, además lo intentaron solucionar de todas las maneras posibles».

No destaca el nombre de ningún concejal, «sería injusto que dijéramos diez nombres cuando por el ayuntamiento han pasado en estos años más de 130 concejales». De estos casi veinte años en el ayuntamiento se queda «con todos los compañeros y amigos --entre ellos los secretarios de otros grupos políticos, como Manolo Sánchez con el que coincidió muchos años,-- y con los políticos de los que he aprendido, a muchos me los encuentro en la calle y sigo teniendo una relación muy buena con ellos, sean del PSOE o de otro partido». «Es lo mejor que te puedes llevar de aquí, el haber cumplido lo mejor posible con tu trabajo y el haberte ganado el afecto de casi todos con los que has estado trabajando».