Existe una horda en las webs y las redes sociales que de forma descarnada ha criticado la visita institucional que el alcalde ha realizado a Nepal. Es inhumana esta manera de arrojar bilis que, primero, debiera regularse de una manera legal implacable y, segundo, tendría que haber cola en las consultas de los psicólogos para ver qué pasa en las perjudicadas cabecitas de todos esos internautas.

No entiendo esta nueva moda social de actuar que se permite el lujo de atacar sin miramientos y que da vía libre a expresar opiniones que atentan contra la dignidad o la reputación de las personas. Una cosa es opinar y la otra ofender de forma reiterada para denigrar e injuriar.

Hablamos del hater, traducido literalmente como ‘odiador’ y que es aquel que ataca con comentarios negativos y ofensivos a alguien a través de las redes sociales. Hay decenas de casos de políticos que lo han sufrido.

Suele aparecer con cierta frecuencia en estos lares alguien que con el pseudónimo ‘Por Marcelo1980’ gusta de regodearse en estas cuestiones. La última vez fue ayer, cuando escribió: «Está claro que vía whatsapp están poniendo constantemente al día a MAM de todo el desarrollo de su excursión. Ya dejarán de hablar tanto del tema cuando todo esto haga plof». Debo confesar que me provocó cierta ternura eso de MAM, forma coloquial con la que me conocen mis familiares directos y mis amigos personales.

Fuera de ahí, poner en tela de juicio la misión de un gobierno (la de informar) y la de los periodistas (la de dar a conocer la actualidad municipal a sus lectores) es, sencillamente, una pasada de tuerca. Hoy, con la dirección IP (el número asociado a nuestra red de internet) se puede saber el origen de cualquier cosa que escribas en internet, un comentario, una foto… porque todo queda registrado.

Sin embargo, hay todavía ciudadanos que no han reparado en este extremo, hasta que les caiga la del pulpo, que luego vendrán ‘los madre mías’.

Pero dejemos a un lado estas aparentes menudencias y pongámonos en antecedentes. El viaje del regidor a Nepal trata no solo de levantar en Cáceres uno de los templos budistas más grandes del mundo, con una inversión privada calculada en 25 millones de euros, sino de establecer relaciones comerciales con empresas nepalíes y chinas. La visita concluyó ayer con la firma de un memorando de colaboración con el Ayuntamiento de Lumbini, localidad natal de Buda, que dará pie a un hermanamiento que debe aprobar el pleno de Cáceres y que será el paso previo a las obras del complejo.

La pregunta es: ¿por qué a priori se desconfía de esta iniciativa, por qué se define como excursión, viajecito o vacaciones la gira del alcalde? Salaya está, como hasta ahora ha demostrado durante su mandato, cumpliendo con sus obligaciones: esto es, trabajando para traer lo que a su juicio considera lo mejor para la ciudad que gobierna.

¿Qué capciosa manía mueve a algunos opinadores a navegar en esa fina línea que directamente insinúa o tacha de inmoral la agenda del alcalde, qué de malo entraña que una delegación extremeña, conformada por responsables del gobierno de Cáceres, de la Junta y representantes empresariales viaje a Nepal, acaso no se han realizado en la historia de la Democracia multitud de viajes de mandatarios municipales que, como Salaya, solo buscaban el interés colectivo?

Censuras

Y luego está la fea costumbre de esta ciudad, algo consustancial a ella, de censurar cualquier iniciativa. ¿En Cáceres no puede haber algo más que el Womad, la Semana Santa y la Virgen de la Montaña? Que todo eso está muy bien, por supuesto. Y claro que el templo budista puede resultar un fiasco, pero ¿por qué tiene que salir mal la jugada? Aquí todo se reprocha y pocos arriman el hombro.

A todo esto se añade el complejo histórico que tenemos los cacereños de considerarnos inferiores al resto, de pensar que esto no se llevará a cabo porque somos los últimos de la cola. Si el Proyecto Gran Buda cristaliza, Cáceres será la ciudad universal de encuentro de las cuatro culturas: cristiana, islámica, judaica y oriental.

La capital cacereña dispone de diferentes cartas para presentarse como una ciudad que busca en esos mercados asiáticos y en la dimensión exterior un factor fundamental para potenciar su desarrollo interno. Cáceres, confiemos que en un futuro no muy lejano, podrá unir por medio de su tren de alta velocidad tanto el eje terrestre (Yiwu, Madrid) como el marítimo (Sines, Lisboa) de la nueva ruta de la seda impulsada por el actual presidente chino Xi Jin Pin, convirtiéndola en un gran centro logístico del sur de Europa.

El templo budista proyectado atendería a cinco millones de visitantes. Hay un único ejemplo en el mundo de algo así, está en Hong Kong y se construyó hace 10 años. Aunque de tamaño mucho menor, desde que se levantó, la ciudad ha pasado de recibir 8 millones de turistas a alcanzar los 23, convirtiéndose en la capital más visitada del mundo. Existe un alto porcentaje de gente en el mundo que profesa el budismo y viaja todos los años para visitar sus templos sagrados. Solo en China hay más de 400 millones de budistas y en Europa, 10.

Si finalmente resulta que con el asunto de Nepal nos están vendiendo una moto, entonces será cuando habrá que exigir al gobierno de Salaya las pertinentes explicaciones. De momento, hacer de la buena fe una sospecha es directamente inadmisible.

Entretanto la vida cotidiana de Cáceres continúa. El jueves el artista y creativo cacereño Javier Remedios inauguró en la Sala de Arte El Brocense (calle San Antón) ‘Se vende. Una exposición inmobiliaria’. El montaje ofrece al público un espacio que se articula como una casa a base de material reciclado. En ella se agolpan decenas de citas a la edad media, renacimiento, impresionismo y surrealismo, de manera que el hilo conductor de los distintos espacios y objetos artísticos no es otro que la historia del arte.

La muestra retrata también la vida del autor. Alusiones a Nueva York dotadas de una inteligencia y un talento que solo Remedios atesora. La inauguración ha sido el acto social de la semana. El espacio de la Diputación de Cáceres se quedó pequeño en esta cita que da prestigio a la ciudad y que la sitúa en el mapa internacional de la cultura. Fue una noche mágica.

Al volver a casa y mientras el frío cacereño mojaba las calles, no pude evitar echar una lágrima al ver en el suelo el chalet de la avenida El Brocense. Otra joya arquitectónica de Cáceres que ahora es solo ruinas. Sobre él se levantará un nuevo edificio. Era propiedad de la familia Torres, uno de ellos Primitivo Torres, que tenía la farmacia en Moret, y donde también vivieron Fátima, Yolanda y los demás. En la parte de atrás, en lo que siempre se conoció como la Ronda del Carmen Baja (hoy Hernández Pacheco) residieron los Villegas (uno de ellos Francis, fotógrafo de este periódico, que estuvo en esa casa desde los 4 a los 14 años) y don Santiago, el cura de San Mateo. Al lado estaba el taller mécanico de Tito. Era aquel chalet una auténtica maravilla, con su porche florido y su palmera que siempre quería acariciar el cielo. Desde allí, desde ese pequeño oasis del urbanismo cacereño, se veía el mundo. Un mundo que hoy mira a Nepal con la respetable esperanza de encontrar su Dorado.