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CRÓNICAS CALLEJERAS DESDE CÁCERES

Cuando la vuelta a la normalidad acojona

Cuando la vuelta a la normalidad acojona

Desde ayer el bullicio ha regresado a Camino Llano. Se nota en los coches, es el primer signo que demuestra que algo ha cambiado. En la parte baja de la calle han retomado la obra de reforma de una vivienda, una de las pocas casas bajas que quedan en el barrio. Los martillazos nos despertaron a primera hora y un contenedor de la acera empezó a llenarse nuevamente de cascotes. El camión de Manzano hacía su labor y una caravana de conductores aguardaba a que terminara la carga.

Los vehículos no paran de circular durante todo el día, en el estanco hay más cola de lo habitual y las idas y venidas de la gente son constantes. Había dejado de sonar el silencio y otra vez suenan los neumáticos, hacen retumbar en la vitrina a la cristalería y sus copas bailan al compás del tintineo, repitiendo la danza del pasado.

Hoy ha habido que cerrar las ventanas porque el claxon despertó a la marmota justo a la hora en la que el alcalde de Cáceres anunciaba por streaming que la ciudad supera los 540 contagios, convertida desde hace días en la capital extremeña más castigada por el coronavirus.

El dolor crece entre los familiares de la Residencia Asistida; confiesan que no pueden conciliar el sueño. Es escalofriante lo que cuentan en los grupos de wahtsapp. Julia tiene allí a su abuela. Lleva dos semanas tomando medio Orfidal. "Qué impotencia. No podemos ir a verla, no nos la pasan al teléfono. Los trabajadores dicen que están colapsados".

El Gobierno central reparte mascarillas en Extremadura. Como la cosa se mide por criterios poblaciones y no por número de infectados, van más para Badajoz. Cáceres sigue a la cola mientras sus ciudadanos, nobles y cumplidores, sobreviven confinados. La construcción y la industria han vuelto al tajo. En Camino Llano no dejan de pasar los coches. Hemos vuelto a la normalidad, y acojona.

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