«Entre los jóvenes ves de todo, pero la mayoría cumple con las normas sanitarias. En la universidad se puede comprobar a diario: la gente tiene miedo y se cuida para no llevar el virus a casa». Son palabras de Jorge Polo Tejada, estudiante de 4º curso de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. A sus 21 años lo tiene muy claro: «Nos está costando porque a nuestra edad estamos acostumbrados a otro ritmo, pero hay que adaptarse, no queda otra más que ponerse la mascarilla y tomar precauciones. Quien más quien menos vive con personas de mayor edad», recuerda.

No está siendo un año fácil. Jorge estudia el último curso de su carrera y el virus lo ha complicado todo. «Tenemos asignaturas 'on line' y cuesta un poco más seguirlas. Además, hemos adaptado algunas prácticas para evitar el contacto entre los compañeros». El horario también ha cambiado… y mucho. «Para separar los cursos tenemos clases mañana y tarde. Los jueves entro a la primera a las 9.00 y salgo a las 20.30 de la última», precisa.

Incluso el Trabajo Fin de Grado será distinto, sin las habituales visitas a equipos o clubes para recabar datos. «Posiblemente tampoco podamos organizar el viaje fin de grado a la Riviera Maya, ni las actividades de otros años para ir recabando dinero, como las competiciones», lamenta.

«Pero al final te acabas acostumbrando», declara este estudiante, siempre optimista, asegurando que en su entorno se cuidan las normas y las distancias. «La gente de la universidad se lo toma bastante bien. No todos los jóvenes son iguales, la mayoría respeta y eso hay que tenerlo en cuenta», subraya.

Jorge Polo aplica el protocolo incluso en las salidas con sus amigos. «Las hemos reducido bastante, nada de discotecas ni bares, o bien vamos a las terrazas o bien nos reunimos en dos pisos de los compañeros de la facultad, que viven en el mismo bloque. Somos siempre diez, siempre los mismos, una especie de ‘grupo burbuja’. Pero tampoco nos juntamos todos, nos separamos en los pisos y en las mesas de las terrazas, y siempre usamos mascarilla», detalla. «Más vale hacerlo bien, porque me temo que tardaremos mucho tiempo en poder volver a una vida normal», concluye este universitario.