El Ayuntamiento de Cáceres ordena el arreglo del edificio anexo al Chalet de los Málaga por daños estructurales. Se trata de un inmueble que forma parte del catálogo de bienes protegidos, por lo que disciplina urbanística ha requerido a sus propietarios que intervenga. De hecho, la fachada ha necesitado una actuación de urgencia para garantizar la seguridad del edificio, porque corría riesgo de desprendimientos. Se ha instalado, además, una bandeja a modo de andamio para proteger a los viandantes de los derrumbes.

Este y el ubicado justo a su lado son de los pocos edificios de corte modernista que quedan en la capital cacereña. El primero y sobre el que se ha requerido una intervención, es el más antiguo. Fue construido por el arquitecto municipal Ángel Pérez en 1934, el segundo, bastante posterior, es obra del arquitecto Aurelio López, que lo levantó en los años 60.

Llevan años cerrados. La última actividad que se recuerda es la de la librería Bujaco (se llamaba así en homenaje a la torre ubicada en la plaza Mayor), que cerró hace ya casi diez años (en octubre del 2013) después de casi seis décadas. Fue la caída de las ventas la que obligó a este negocio a cerrar sus puertas y desde entonces el local no ha vuelto a tener inquilinos.

Desde hace unas semanas parece que el inmueble más cercano al Chalé de los Málaga ha empezado a tener movimiento. Ha sido adquirido por una constructora que ha instalado un cartel en el que puede leerse ‘se venden locales y viviendas’. Este diario se puso en contacto con la empresa que se encarga de su gestión pero no ha querido, por el momento, avanzar el proyecto que tiene pensado para este histórico edificio.

El bloque además tiene acceso directo al propio Chalet de los Málaga, que fue reformado por Caja Almendralejo e inaugurado en 2014. Antes llevaba también años abandonado y en desuso. Este es el último inmueble de estas características que queda ya en la ciudad. Se derrumbó el que se encontraba ubicado en Gómez Becerra, donde ahora está el Burger King, y el de la Chicuela, que se tiró en los años 80. Tal y como recuerda el director del archivo histórico provincial de Cáceres, Fernando Jiménez, su derribo provocó por primera vez en Cáceres un movimiento ciudadano, que se oponía a que este edificio histórico desapareciera. Era un símbolo de la modernidad cacereña, que llegó a finales del siglo XIX con la inauguración del ferrocarril, la luz eléctrica y el cinematógrafo (Cáceres fue una de las primeras ciudades en tener cine, un año después de la primera proyección española).