avances científicos contra la enfermedad desde la facultad de veterinaria de la universidad de extremadura en cáceres

Un equipo puntero de Cáceres, a la cabeza en investigación del cáncer de mama

El doctor Juan Antonio Rosado lidera un grupo interdisciplinar formado por doce investigadores

«Ya hemos encontrado biomarcadores que pueden servir para diagnóstico o tratamiento», argumentan

El grupo de investigación del remodelado de la entrada de calcio en el cáncer de mama, en uno de sus laboratorios de la Facultad de Veterinaria.

El grupo de investigación del remodelado de la entrada de calcio en el cáncer de mama, en uno de sus laboratorios de la Facultad de Veterinaria. / ÁNGEL GARCÍA

La lucha contra el cáncer de mama también se libra desde los laboratorios de Cáceres. En la Facultad de Veterinaria del campus cacereño de la Universidad de Extremadura nació, hace casi dos décadas, un grupo de investigación que está liderado por Juan Antonio Rosado, doctor en Veterinaria, que trabaja en el remodelado de la entrada de calcio en el cáncer de mama. Junto a él, otros doce investigadores que buscan la excelencia gracias a la diversidad y la interdisciplinariedad. Entre ellos hay biólogos, bioquímicos, médicos, veterinarios o técnicos de laboratorio: «Es esa variedad de perfiles la que nos hace tener más potencial porque podremos ver la investigación desde distintos puntos de vista y avanzar. De esta forma, tenemos más técnicas a las que acceder y abordar aspectos que serían muy complicados con un perfil único», asegura Rosado.

Aunque son muchas las personas que han pasado por la investigación desde sus inicios, actualmente conforman el grupo que dirige Rosado los bioquímicos Joel Nieto, Álvaro Macías, José Javier López y Vanesa Jiménez; los biólogos Alejandro Berna, Isaac Jardín, Pedro Redondo y Ginés Salido –que es profesor emérito-; y los técnicos de laboratorio Mercedes Gómez, Jesús Batalla y Sandra Alvarado. 

Inicios

Los comienzos del proyecto hay que buscarlos en un grupo de investigación básico sobre la señalización por calcio, que buscaba la generación de conocimiento. El descubrimiento del mecanismo estudiado para la entrada a las células de este elemento se remonta a 1986, y lo utilizan como un mensajero para realizar numerosas funciones. Después de un tiempo, comenzaron a buscarle una aplicación a ese conocimiento, por lo que decidieron analizar cómo estos canales regulaban algunos aspectos relacionados con patologías como la diabetes mellitus tipo 2. Hace varios años, dieron el paso a investigar contra el cáncer de mama: «Entre los proyectos que nos planteamos, optamos por este porque tiene una morbilidad muy elevada. Nos sentimos atraídos por su incidencia social, porque hay mucha gente afectada», añade Rosado.

Investigando la entrada de calcio...

Investigando la entrada de calcio en las células... / ÁNGEL GARCÍA

«Cuando quieres encontrar un tratamiento, necesitas conocer el agente que provoca la enfermedad para identificar las diferencias entre la biología del agente causal y el paciente. Por ejemplo, en el caso de la tuberculosis, causada por una bacteria, la terapia está centrada en los aspectos diferenciales entre ese agente y el paciente que lo padece. Sin embargo, en el cáncer es más complejo porque todas las células son del propio paciente y hay que hilar muy fino para encontrar una diferencia entre la célula tumoral y la sana, que está justo al lado, para que la medicación vaya dirigida sólo a la enferma. Si no se identifica ese biomarcador que sirva como diana terapéutica y los tratamientos también afectasen a las células sanas, habría efectos secundarios, como los observados con la quimioterapia. Ya hemos encontrado algunos biomarcadores que nos pueden servir como diagnóstico, pronóstico o para tratamiento», explica Rosado sobre los avances en su investigación.

Células desdiferenciadas

La biología de las células sanas es similar en cada persona, pero las enfermas dependen del subtipo de cáncer de mama que padezca cada paciente. El mejor pronóstico, que es el denominado hormonodependiente, es en el que la célula tumoral está poco desdiferenciada y expresa receptores para los estrógenos y la progesterona, que son vitales para ella. La terapia es muy específica y consiste en bloquear dichos receptores. Pero también hay otros subtipos más agresivos, como el HER2 positivo, que sobreexpresa un receptor para el factor de crecimiento epidermial, lo que proporciona una ventaja biológica sobre el resto de células. «Necesitamos encontrar una diana específica para que el tratamiento tenga más probabilidades de ser efectivo con los menores efectos secundarios», sentencia Rosado.

La investigación lleva mucho trabajo detrás hasta que un artículo es publicado en una revista científica. «Mis compañeros son fantásticos y hacen cosas muy complicadas con técnicas nuevas. También hay que ver y comprobar resultados. Parece que todo termina ahí, pero no. El proceso para publicar lo que hacemos es muy largo, hemos llegado a necesitar más de tres años para ver lo que hacemos en un medio», relata Rosado.

Colaboraciones externas

En este tipo de investigaciones es fundamental la colaboración con otros grupos que trabajan en el mismo campo para extrapolar los resultados, intercambiar métodos e ideas y poder crecer de forma conjunta. Por ello, cuentan con cooperación internacional de la Universidad de Pittsburg, la Universidad Johannes-Kepler de Linz, o de la Universidad de Lille. También colaboran con clínicos y con anatomopatólogos, que aportan una visión diferente: «Cuando trabajamos con una línea de cultivo siempre queremos tener el contacto con lo que ocurre en la célula del paciente para saber que es lo que estamos viendo, que es un reflejo de lo que ocurre en el paciente, que no es un artefacto».

Otro elemento indispensable es la financiación: «Obtener un proyecto es un proceso muy competitivo, hay que estar centrado y hacer las cosas muy bien. Sin ese dinero no podríamos continuar nuestras investigaciones. Lo peor que puede ocurrir en un equipo de investigación es que esa aportación no sea continua porque es algo muy disruptivo para el grupo. Es lo básico, es fundamental», afirma. 

«Nuestro grupo ha tenido financiación nacional continua desde el año 2007, y también regional. Desde entonces hemos publicado más de 200 artículos sobre nuestros avances que han resultado seminales, en los que buscábamos la excelencia. Creo que estamos haciendo cosas de muy buen nivel y así nos lo reconocen nuestros colaboradores y los organismos financiadores a los que acudimos y a los que estamos muy agradecidos», concluye Rosado. H

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