Estamos a las puertas de las elecciones a la Comunidad de Madrid. Resaltando la importancia de las mismas, decía un periodista que estas elecciones son «unas primarias en clave nacional». Así que prepárense con esta campaña en la que los partidos políticos «afilarán sus espadas» con el único fin de conseguir la máxima cuota de poder. Seguro que asistiremos al espectáculo organizado por los gabinetes de imagen de los diferentes partidos, con un solo guion: ¿qué tengo que decir para convencer?

Posteriormente - como sabemos por lo ocurrido en los anteriores comicios- asistiremos resignados al incumplimiento de lo dicho.

Y al hilo de lo anterior me venía a la cabeza una anécdota que me contaba un amigo. Resulta que puso su casa en venta. Al día siguiente apareció un posible comprador, vio la casa, le gustó, le pareció correcto el precio y le dijo que se la quedaba. Le comentó que si hacía falta le daba una señal, pero que en ese momento no llevaba dinero. Mi amigo le dijo que no hacía falta, le daba su palabra: se la reservaba y le pidió su teléfono para estar en contacto y empezar los trámites. Pues resulta, y aquí viene lo bueno, que al día siguiente apareció por la casa otro posible comprador y viendo este que la casa estaba vendida, como le gustó, preguntó si habían firmado algo, el propietario le dijo que no. Entonces el nuevo comprador vio los cielos abiertos: «le doy un millón más, si me la vende a mí». «No puedo, es que le he dado mi palabra a la persona que estuvo ayer», le contestó mi amigo. Hoy he buscado el significado de ‘honor ‘en el diccionario y es : «cualidad moral que lleva al cumplimiento de los propios deberes respecto de uno mismo y de los demás». Esto certifica desde el punto de vista del diccionario por qué mi amigo era un hombre de honor. Es decir, un ejemplo de buen ciudadano. Digo yo que quizá por eso era una persona que trabajaba a conciencia con espíritu de servicio, atendía con dedicación a su familia y era amigo de sus amigos.

«Palabra de honor» es una expresión que define, al que se esfuerza por hacerla realidad, como persona de una pieza, sin doblez y digna de confianza. La aprendí de mis padres que me la enseñaron con su vida. Entonces no se usaban estas palabras tan bonitas como ‘valores‘ y otras por el estilo. Ojalá yo sepa transmitirla a mis hijos y nietos.

Volviendo a las elecciones, si nuestros políticos fueran mujeres y hombres de honor, otro gallo nos cantaría. Como Ilipense de cuna que soy, nacido y criado en Zalamea, y para resaltar que el honor ennoblece a las personas, termino con una frase de Calderón de la Barca en su inmortal obra ‘El Alcalde de Zalamea’: «Al rey la hacienda y la vida se ha de dar, pero el honor es patrimonio del alma y el alma solo es de Dios».