Oímos, leemos, dicen a veces sobre determinados asuntos de alguna importancia que esto o lo otro es cuestión de tiempo o cuestión de suerte, de habilidad, de amor propio, de tener buenos padrinos para optar con éxito a algo que se espera lograr.

Cuestión de lo que sea, frases hechas o medio hechas, cuestión de paciencia, cuestión de saber esperar, frases que empiezan por cuestión y concluyen pronto, frases breves generalmente, con mejor o peor sintaxis, que expresan algo como un poco demasiado radical, un hecho sentenciado ya. Así que está anunciado, como cuando se anuncia un eclipse, una borrasca, el paso de un cometa, cosas que van a ocurrir indudablemente. 

Pues las palabras de algunos políticos parecen eso, palabras de oráculo del tiempo, que dicen verdades rotundas, que prometen el oro y el moro, como suelo decirse, y eso es lo mismo que prometerle un caramelo a un niño que no se le va a dar, para que el niño que estaba llorando, se calle.

Prometen llenar la nevera de quienes lo necesitan y, por contra, aumentan las colas del hambre. Prometen aumentar las pensiones, y te suben un euro, es risible, pero ha pasado, aunque ahora las cosas en ese punto parecen ir mejor. 

Te prometen un tren como Dios manda para Extremadura, y ya hemos visto como empezó la cosa, con averías, retrasos y demás.

Esperemos que esto esté ya superado y que contemos con el tren que merecemos.

Prometen el arreglo de calles y avenidas, en determinados municipios, y lo arreglan, sí, tapan baches, componen farolas, ponen algunos ladrillos más a ciertas construcciones iniciadas años atrás.

Lo hacen cuando hay presupuesto, desde luego, y ponen singular empeño, cuando va a haber elecciones. No es para quejarse.

Todo eso se hace, es cuestión de tiempo. 

Pero mi pueblo tiene casi todas las calles pavimentadas, y se siguen haciendo mejoras y arreglando cosas. Imagino que en muchos otros municipios será igual.

Pienso que hacen todo lo que pueden y que lo hacen bien.

Hay que mirarlo así.

Pero yo me refiero a las promesas vanas de ciertos políticos que nos quieren dar gato por liebre, pero ya vamos conociendo que los huesos de las liebres tienen el color blanco y los de los gatos, no tanto. Y no digo más.

Cuestión de entendimiento.