Como muchos otros ciudadanos, los duques de Palma han tenido un arranque vacacional bastante accidentado. Justo cuando la infanta Cristina e Iñaki Urdangarín se disponían a volar de Barcelona a Palma el pasado fin de semana estalló la crisis del aeropuerto de El Prat. El matrimonio optó entonces por embarcarse en un ferri de los que unen a diario las Islas Baleares con la península. Tras unos días de navegación por aguas menorquinas, el catamarán de alquiler en el que se desplazan los duques con sus cuatro hijos sufrió una avería el miércoles, cerca de la Costa de los Pinos, en Mallorca.

La embarcación en la que viajaban Cristina, Iñaki y los pequeños Juan, Pablo Nicolás, Miguel e Irene quedó amarrada durante varias horas a la espera de que llegasen de Palma dos técnicos de la empresa de alquiler que solucionaron la avería.

La escena habría pasado desapercibida y se habría mantenido en el ámbito de la anecdotario familiar de palacio, de no haberse producido cerca de la casa de Ana Obregón, a cuyas puertas hacen guardia estos días una multitud de fotógrafos, que esperan que la actriz se decida de una vez a posar en biquini.

Mientras los paparazzi esperaban señales de la diva de la biología, avistaron en la playa a los duques de Palma anclados en un catamarán. De esta manera, la primera aparición de los duques en el verano balear tiene poco que ver con las elegantes estampas que se darán a bordo de las embarcaciones reales, el yate Fortuna y la lancha Somni, hasta que termine la Copa del Rey de Vela.

Durante la espera, Urdangarín jugó con los pequeños en la cubierta mientras Cristina se guarecía del sol con Irene, la benjamina.

La Copa del Rey inicia hoy su recta final. Se espera que los duques de Lugo lleguen a la isla para seguir las pruebas y pasar unos días de vacaciones junto al resto de la familia real. La próxima semana, el palacio de Marivent estará al completo.