En un momento en que los directores reivindican su necesidad de contar lo que los medios de comunicación no hacen, la guerra de Irak, la política y la religión son los temas más repetidos entre los 15 documentales que pasaron el corte de la Academia de Hollywood, que el 23 de enero anunciará los cinco nominados al Oscar al mejor documental (el ganador se conocerá el 25 de febrero). Muchos se han propuesto plantarle cara a Bush, convencidos de que este género es el mejor formato para explorar los asuntos sociales y políticos en profundidad.

"Sentí que era importante entender esta guerra y documentarla, y no creo que los medios lo vayan a hacer", dice a The New York Times Laura Poitras, directora de My country, my country , una de las cintas sobre el conflicto junto a The war tapes, Iraq In fragments y The ground truth , que siguió durante ocho meses a un médico suní crítico con la ocupación norteamericana. "Escenas como la de un niño iraquí de 9 años encarcelado servirán para cuestionar lo hecho allí".

"Es los documentales enfadados", apunta Sheila Nevins, responsable del género en HBO . "El documental en cine ha reemplazado al de la TV en el sentido de hacerle frente al Gobierno". Y Deborah Scranton, directora de The war tapes , asegura que su intención es ayudar a comprender lo que está pasando en Irak. "Los documentales nos permiten experimentar lo que el protagonista siente", explica. Otra gran cuestión es la objetividad. La que le faltó a Moore en Farenheit 9/11 y lo que Stanley Nelson, director de Jonestown: The life and death... , describe como "lo más fascinante del género: las diversas formas de acercarte a los temas".