Tras el éxito obtenido con su primera película como director, Un franco, 14 pesetas , acaba de estrenar su segunda, Ispansi (Españoles) .

--Como en su primer filme, Un franco, 14 pesetas , habla de españoles en el exilio. ¿Por qué ese interés en hurgar en nuestra memoria histórica?

--Como hijo de emigrante, siempre he mirado España desde fuera. Cuando vivía en Suiza la idealizaba desde la distancia, y cuando volví me di cuenta de que mi país no era como lo había imaginado. Además, yo hago el tipo de películas que me gustaría que mis hijos vean, para que sepan quiénes somos y por qué somos así. Y no creo que los niños de la guerra sea un tema suficientemente abordado por el cine.

--¿Qué le atrajo de él?

--Es apasionante: la guerra civil fue un laboratorio de pruebas para la filosofía bélica de los fascistas italianos y los nazis, para quienes las guerras modernas se resolvían mediante bombardeos sobre la retaguardia enemiga. Después de Gernika, miles de niños huyeron a diferentes países: Bélgica, Francia, Inglaterra, Suiza, México- Fueron entre 30.000 y 45.000, la cifra varía según la fuente. La historia más triste es la de los que fueron a la Unión Soviética.

--¿Por qué?

--Porque los demás, al finalizar la guerra, pudieron volver a España, pero los de Rusia no, porque Stalin no se los quiso devolver a Franco, que a su vez no quería a jóvenes formados en el comunismo soviético. El PCE pretendía que esos niños fueran la élite que gobernaría España, porque los comunistas les habían dado una gran educación, mucho mejor de la que hubieran recibido aquí. Después de muerte de Stalin, en 1953, empezó a negociarse la posibilidad de su retorno a España, y ahí empezó su drama. Se habían ido siendo niños y volvieron convertidos en señores con barba muy críticos con el régimen. La mayoría acabaron regresando a la Unión Soviética.

-- Ispansi narra la historia de amor entre una falangista y un comunista. ¿Qué relevancia tiene en nuestros días?

--Tiene un claro mensaje para nuestro tiempo, pues la crispación y la división son, en muchos aspectos, similares, y van a acabar con nosotros. Ha llegado la hora de tender puentes. Es una vergüenza que hasta en tiempo de crisis el Gobierno y la oposición no se pongan de acuerdo. Después de todo, durante el exilio en la Unión Soviética hubo encuentros entre los falangistas de la División Azul y combatientes que lucharon al lado de los rusos.

--¿Cómo afectó la crisis económica que sufrimos a la producción de la película?

--Tuve que prescindir de una semana entera de rodaje y de las secuencias más caras y aparatosas que tenía en mente. Si por mí fuera, habría puesto la huida de Moscú por el río Moscova mientras los alemanes bombardeaban la ciudad, pero no pude. Cuando haces cine en España tienes que ser como una caña de bambú, ser capaz de doblarte con el viento, porque si no, te rompes.

-- Un franco, 14 pesetas funcionó muy bien en taquilla, e Ispansi obtuvo el Premio del Público en Huelva. ¿Cuál es su secreto?

--Tengo algo que llega a la gente. Mi padre era obrero, y entiendo su lenguaje, su forma de entender el mundo. Cuando vio Ispansi , mi madre me dijo: "Es una película como las de antes". Eso me encanta.

--De nuevo, ha compaginado el trabajo de director con el de actor. ¿No sería más fácil centrarse en una sola cosa?

--No tengo humildad suficiente como para escribir un guión y no reservarme un personaje. Uno es actor y tiene mucho mono. Si los demás no me dan papeles, me los doy yo.

--¿Le molesta a usted que se le continúe asociando a los personajes televisivos que le dieron a conocer, como los de Pepelu ( Esta noche cruzamos el Mississippi , en Telecinco) y Benito ( Manos a la obra , en Antena 3 TV)?

--No siento más que gratitud por esos personajes, porque gracias a ellos estoy aquí. Cuando me llaman Pepelu por la calle me hace mucha ilusión porque demuestra que guardan un cariño especial por un personaje al que yo di vida. Pero sí llegué a sentirme encasillado, y no es nada agradable. No me gustaría ser como Cantinflas; estar toda la vida asociado al mismo papel.