Nacido en León en 1953, Manuel Vicente González llegó a Badajoz en 1979 como futbolista profesional, tras haber militado en el Madrid amateur, el Castilla y el Getafe, donde le pusieron el apelativo de Cerebro como organizador del juego. Ha ganado el premio de la Prensa y entre sus libros editados se encuentran los de relatos como Flaco Landuchi , 1999; novelas como Fuera de juego , prologada por Jorge Valdano en 1988, El Secreto de Roberto , 1990, El ojo de la luna , 1997, La otra vida de Julia , 2000, Regreso a Vadinia , 2010, y Relatos de un trashumante , 2011; además de dos libros de viajes: Las voces apagadas , 2003 y Un viaje entre Badajoz y Alentejo , 2004.

--¿Cómo se define Manuel Vicente?

--Mi madre me decía: "¡Qué suerte tienes!: allí donde vas, siempre encuentras acomodo". Y es cierto que lo más destacable de mi personalidad es mi facilidad para adaptarme a cualquier situación y entorno sociales. En ese sentido me entiendo con mis amigos barriobajeros, con escritores o con políticos. Como escritor, mi mayor virtud se convierte en curiosa incongruencia, y es que mi empeño en desbrozar lo escrito, me lleva a veces a dejar como definitiva la que había sido frase primigenia.

--¿Qué lleva a un leonés a afincarse en Extremadura?

--Mi primera profesión, la de futbolista. Salí de León con dieciocho años para firmar por el Real Madrid y me vine a Badajoz con veinticinco. Y aquí sigo.

--¿Son los futbolistas tan incultos como se afirma?

--Si por inculto te refieres a la entrevista de un famoso futbolista a quien el periodista preguntó: "¿Qué supone para usted esta derrota?", y el pelotero responde "Supone... lo suponido", pues podría ser. Aunque el anecdotario está lleno de respuestas ignorantes por parte de políticos y gente de las letras. El hombre de más cultura que yo conocí fue mi padre: pastor, dulzainero, mozo de estación de Renfe y el mejor jugador de tute de la historia.

--¿Es más difícil meter un gol en las letras o en el fútbol?

--Mucho más difícil, por supuesto, meter un gol en el fútbol. No hay más que leer el libro ganador y el finalista del último Premio Planeta.

--¿Los críticos literarios deberían saltar al campo en vez de ver los partidos desde la grada?

--Supongo que alguno de ellos, tanto de un lado como de otro --los futbolistas y los críticos--, no tendrían problemas para saltar al campo en partidos de regional.

--¿ Regreso a Vadinia es una biografía encubierta?

--Los únicos capítulos de Regreso a Vadinia que no guardan relación con mi biografía son los que dedico a los años en los que el protagonista se esconde en un pueblo abandonado de los Picos de Europa.

--En Fuera de juego narrabas la historia de un encierro en un vestuario. ¿El fútbol también tiene miserias y lunes al sol?

--Aquellas miserias económicas fueron, en realidad, un derroche de placer. En aquel tiempo éramos fuertes, valientes, optimistas, y solventábamos nuestras carencias con el atributo de nuestra juventud. Todos nosotros, quienes compartimos las anécdotas de aquel encierro, las recordamos aún con una mezcla de nostalgia y alegría.

--¿Fue difícil convencer a Jorge Valdano para que te la prologara?

--A quien fue imposible convencer fue a José María García, figura legendaria del periodismo deportivo y a quien yo consideraba, necio de mí, el trampolín que me lanzaría a la fama literaria. A la vista está que tampoco lo consiguió Jorge Valdano, pero la afabilidad y la disposición inmediata con que respondió en cuanto leyó el diario, y el texto que me envió --magnífico-- del prólogo sirvió para realizar una tirada de cinco mil ejemplares que ignoro cuándo voy a volver a repetir.

--Una anécdota divertida.

--Algunas de ellas se encuentran en mi último libro, Relatos de un trashumante . Por ejemplo, aquel día que me llevan a la UVI tras haber recibido un golpe en la cabeza y me paso buena parte de la noche --un ojo tumefacto, la boca deformada y un dolor considerable-- observando el afán amoroso de un médico y una enfermera contra una columna de la sala.

--Un recuerdo de la infancia.

--La nieve: yo observando desde la ventana de la cocina cómo se afanaba mi padre en despejar con una pala la nieve, depositada a lo largo de la noche y que casi había cegado la puerta de la casa.

--Una canción que recuerdas con cariño.

--Una canción que me gusta tocar al piano y que interpretaba Mercedes Sosa, Alfonsina y el mar .

--Un rincón donde sentir la paz.

--El Puerto de Vegarada. Con anécdota: Era verano. Tenía que presentar el libro de un poeta en la iglesia de Valdelugueros (León). Para hacer tiempo, subí hasta el puerto y me tumbé en la hierba. El silencio era abrumador, apenas roto por el esquilón de una vaca. Cuando me di cuenta me había quedado dormido y regresé deprisa al pueblo. Yo guardaba en el maletero del coche los libros de la editorial. En la iglesia sólo me esperaba el poeta, brazos en jarras: había tenido que improvisar los poemas porque no tenía ni un solo libro, y habrías vendido cincuenta por lo menos, me dijo.

--Un libro de cabecera.

--La Lluvia amarilla , de Julio Llamazares, un compendio de narración y poesía.

--¿Cómo te gustaría que te recordaran?

--Como una persona que se atrevió a asumir sus defectos.

--Sé que no debería, pero entre futboleros... ¿para quién el balón de oro?

--Siempre fuí madridista, pero como quiero que se me recuerde como una persona generosa --sin intención alguna de parecer soberbio--, se lo daría, una vez más, a Leo Messi.