LLAMADA DE socorro

Este es el patrimonio que los extremeños no conocerán en el futuro

La guía '101 monumentos que tus hijos, tal vez, ya no verán' recopila varios edificios y construcciones de Extremadura en mal estado o en ruina

Interior del convento de San Antonio de Padua, en Garrovillas.

Interior del convento de San Antonio de Padua, en Garrovillas. / EL PERIÓDICO

La Extremadura de hoy emerge de la Extremadura de ayer. Sin ese pasado, los extremeños del siglo XXI no contemplarían el esplendor de su patrimonio, ni de su naturaleza, ni tan siquiera apreciarían su carácter y su idiosincracia, esas peculiaridades que los enraízan a una tierra de singular belleza, de excepcionalidad patrimonial y de insólita fortuna artística.

Pero y si una parte de ese patrimonio se encontrara amenazado hasta el punto de que peligrara para las generaciones venideras. Este es el planteamiento de la guía 101 monumentos que tus hijos, tal vez, no verán de Raquel Álvarez Valdeita, quien recopila siete de los monumentos extremeños en riesgo, según la lista roja de Hispania Nostra.

La historiadora del arte Raquel Álvarez Valdeita subraya que este patrimonio abandonado y olvidado también constituye el legado de nuestros antecesores y apostilla que, además de su riqueza artística, "transmite valores y emociones de una gran importancia para la sociedad. Es por eso que la cultura se comparte y genera experiencias que dan lugar a una mayor calidad de vida".

Este es el patrimonio extremeño amenazado según la autora de esta obra:

Colegio e iglesia de San Ildefonso de la Compañía de Jesús, en Fregenal de la Sierra (Badajoz)

Este inmueble data de los siglos XVII y XVIII, épocas en las que se constituyó como uno de los centros educativos más destacados de la Compañía de Jesús. Dos religiosos contactaron con Alonso de Paz, rico comerciante, que dejó en 1597 40.000 ducados para sufragar y mantener el colegio San Ildefonso.

Las obras se iniciaron en 1600 y en el centro se impartieron gramática, arte, filosofía y teología. Junto al colegio, se erigió una iglesia como era habitual entre los jesuitas. Sin embargo, su declive llevó con la expulsión de los Jesuitas en 1767 y en 1777 el centro pasó a ser Real Patrimonio y el templo en palacio de la primera condesa de Santa Espina. Posteriormente, la marquesa de Castrofuerte se convirtió en su propietaria y en 1970 donó el edificio a las monjas agustinas de Nuestra Señora de la Paz. Y, en este momento, comenzó el declive del inmueble, que permaneció abandonado hasta que las religiosas se lo vendieron en 1980 a unos vecinos, quienes optaron por traspasárselo al ayuntamiento en 1994 ante la imposibilidad de derribarlo.

El edificio del colegio, de planta rectangular y de ladrillo sobre piedra, cuenta con una fachada sobria con vanos rectangulares, balcones de hierro y adornada con los escudos de armas de Alonso de Paz y de la condesa de la Espina. Por su parte, la iglesia, construida en piedra y de una sola nave, carece de crucero y de capillas laterales. Dispone de un campanero y, en la fachada, una portada adintelada coronada con un frontón triangular partido y una pequeña hornacina.

El colegio se encontaba en muy mal estado. Había perdido parte de la cubierta, aunque mantenía algunos muros principales y medianeros. La iglesia se conserva algo mejor, pero la fachada pierde solidez; el retablo del altar mayor está muy castigado y los esgrafiados muy deteriorados.

Ni el colegio ni la iglesia gozan de protección patrimonial.

Desde el Ayuntamiento de Fregenal de la Sierra se realiza un gran esfuerzo para recuperar este patrimonio y ya se trabaja en la recuperación de la iglesia y del colegio. Por el momento, ya se han ejecutado tres fases:

La primera de noviembre de 2018 consistió en la rehabilitación y acondicionamiento de la iglesia de Los Jesuitas con un importe de 470.986 euros (subvención Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana: 226.113,47 euros y aportación Ayuntamiento de Fregenal de 244.872,59 euros). La obra finalizó en octubre de 2020.

La segunda fase data de noviembre de 2020 y en ella se rehabilitó y acondicionó el colegio. Se destinó 399.584 euros (subvención Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana: 277.323,88 y aportación Ayuntamiento de Fregenal: 122.260,86 euros). Estas obras finalizarán a lo largo de marzo de 2023.

En este mismo mes de marzo comenzará la tercera fase que también tiene como objetivo el colegio. En este caso, el dinero destinado asciende a 499.493,11 euros (subvención Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana 287.057,07 y aportación Ayuntamiento de Fregenal 212.436,04 euros)

Complejo minero de San Nicolás, en Valle de la Serena (Badajoz)

Esta explotación minera comenzó su actividad en 1914 con la constitución de la sociedad minera Tres amigos. Se trata una mina muy rica en minerales, pero su producción más destacada fue el wolframio por su gran demanda de Europa por la primera guerra mundial. Con la guerra española, la república gestionó la producción hasta 1938, momento en que la tropas franquistas tomaron la instalación.

Durante la dictadura, la mina pasó a manos de Román García Blanes, que creó el Grupo Minero San Nicolás y, en plena segunda guerra mundial, alquiló las instalaciones a la sociedad alemana Montes de Galicia.

Complejo minero de San Nicolás.

Complejo minero de San Nicolás. / EL PERIÓDICO

Los alemanes modernizaron la mina, ya que el wolframio era un mineral esencial para la industria armamentística, pero también perturbó la tranquilidad de los vecinos de Valle de la Serena. Los británicos trataron de entorpecer la producción utilizando para ello el mercado negro, que provocó un incremento del precio de compra, y urdiendo una red de corrupción alrededor del wolframio. Todo ello encaminado a evitar la llegada del mineral a las fábricas alemanas.

Al perder Alemania la guerra, las instalaciones permanecieron cerradas hasta 1947 que recuperó la actividad hasta 1990, que cerró definitivamente.

El complejo minero se compone sala de máquinas, lavaderos del mineral, almacén, presa, horno de ladrillos, fuente, oficina y caseta de la Guardia Civil; además de pozos, galerías, chimeneas y un poblado minero completo.

Desde 1996, el complejo minero está abandonado y expoliado, lo que ha causado su deterioro. Se ha solicitado su declaración como Bien de Interés Cultural, pero, por el momento, su única protección es su inclusión en la Carta Arqueológica de Extremadura.

Convento de la Bien Parada, Abadía (Cáceres)

Los duques de Alba apoyaron la construcción del convento para los monjes franciscanos a finales del siglo XVII, que lo ocuparon hasta 1820, aunque hasta 1827 cinco franciscanos habitaron en él. A lo largo del XVIII, el edificio sufrió varias reformas en las que se añadieron elementos de estilo barroco sencillo. En 1844, con la desamortización, el inmueble se vendió en subasta público y lo adquirió un particular, que aprovechó la huerta y las instalaciones como establo.

Estos avatares aceleraron su deterioro hasta el actual estado de ruina. Ahora mismo, su propietario es el Ayuntamiento de Abadía.

El convento se caracteriza por su arquitectura sencilla y austera, con una iglesia en una sola nave con tres crujías. Su sobriedad se manifiesta en la austeridad de órdenes artísticos.

El edificio y sus dependencias se encuentran muy deteriorados con una pérdida parcial del edificio. Además, gran parte de sus piezas y elementos se expoliaron, pero sí se conserva la fachada exterior de la iglesia.

En 2012 fue declarado Bien de Interés Cultural. Existe un proyecto para convertirlo en hotel.

Puente de Alcántara, Alcántara (Cáceres)

Uno de los puentes romanos más importantes del mundo y se constituye como exponente de la ingeniería civil del Imperio Romano. Se construyó en el siglo II después de Cristo por Cayo Julio Lacer como vía secundaria de las calzadas romanas de la península y para salvar el río Tajo.

Esta obra de ingeniería se dedica al emperador Trajano, según se muestra en una lápida con el texto "el puente que permanecerá por los siglos del mundo". A lo largo de su historia ha sido testigo y protagonista de acontecimientos históricos y sus piedras se han mantenidos impertérritas. De hecho, hasta el reinado de Carlos I no se sometió a una reconstrucción (1532 y 1543). También sufrió un intento de voladura por parte de los portugueses durante la guerra de sucesión. Sin embargo, no lo consiguieron, pero la estructura sí quedó dañada. Años después, en 1778, Carlos III ordenó su restauración. La intervención más importante data del reinado de Isabel II después de la guerra de la independencia. Los cimientos de los pilares centrales se consolidaron en 1969 durante la construcción de la presa de Alcántara.

Puente Romano de Alcántara, en Alcántara.

Puente Romano de Alcántara, en Alcántara. / Cedida

La construcción del puente de Alcántara se basa en la técnica romana de opus cuadratum, con seis arcos de medio punto apoyados en cinco pilares con contrafuertes. En el centro del puente, se erige un arco de triunfo, de 13 metros, en la que se inserta la dedicatoria a Trajano.

Actualmente, por esta construcción romana transitan vehículos de gran tonelaje, que causan grietas y filtraciones. Existe un proyecto para la construcción de un nuevo puente por el que se desviará el tráfico. De cada a ese momento y cuando por la edificación romana deje de circular vehículos, se prevé la creación de un centro de interpretación con paseos peatonales y mirador.

La vegetación también en arcos y pilares causa estragos y filtraciones.

El Puente de Alcántara perteneció a la Casa de Alba y se le expropió en 1911. En 1924 fue declarado Monumental Nacional.

Castillo de Belvís de Monroy (Monroy, Cáceres)

Se trata de una de las fortalezas más relevantes de Extremadura y, aunque data de 1309, a lo largo de los siglos ha sufrido reconstrucciones marcando el edificio de variopintos estilos. En sus inicios, la construcción constaba de un torre un recinto a su alrededor y creció hasta convertirse en castillo. Una de sus modificaciones más importantes se produjo en el siglo XV, en tiempos del rey Enrique II.

Castillo de Belvís de Monroy.

Castillo de Belvís de Monroy. / EL PERIÓDICO

Según la experta Raquel Álvarez Valdeita, en el castillo se aprecian estilos de tres épocas: del siglo XIII al XV, del XVI y del XVIII. Del complejo, los más resalta es la torre de homenaje del XIII-XIV. Otras aportaciones de este eclecticismo estilístico son las ventanas que sustituyeron a las almenas en el siglo XV. También sorprende la diversidad de uso. El edificio se concibió para uso militar, pero en el XVI, en pleno Renacimiento, se incorporó la zona residencial, incluyendo elementos propios de un palacio con un claustro, columnas, arcos y galerías. Los últimos añadidos pertenecen al siglo XVIII y son dependencias construidas en ladrillo típico del Barroco.

Pero desde el siglo XVII y debido a las guerras de Sucesión y de la Independencia, el fortín cayó en el olvido y el abandono.

Esta desatención ha derivado en una ruina progresiva. Actualmente, la maleza es su único morador y los pequeños derrumbes los sustos diarios. Al parecer se han efectuado actuaciones para frenar la degradación del inmueble.

El castillo de Belvís de Monroy es Bien de Interés Cultural con categoría de monumento y en 2016 lo adquirió un particular de la Sociedad de Amigos de los Castillos.

Convento de San Antonio de Padua (Garrovillas de Alconétar, Cáceres)

María de Guzmán, esposa de Enrique Enríquez de Mendoza (conde de Alba de Liste), prometió construir un convento si su marido, apresado por los portugueses, era liberado. Y como así fue, en 1476 se construyó este espacio religioso, que sufrió varias reformas a lo largo de los siglos. La Orden Franciscana ocupó el cenobio hasta la desamortización de Mendizabal (1835). En los años siguientes, el monasterio fue saqueado y hasta quemado los retablos porque se creyó que había oro. Todo ello, además del traslado de las imágenes y otros objetos de valor entre parroquias y el convento de las Jerónimas, desembocó en la destrucción del conventual.

Convento de Garrovillas.

Convento de Garrovillas. / EL PERIÓDICO

De estilo renacentista, la iglesia consta de una sola nave como bóveda de crucería, ábside poligonal con dos capillas laterales. Se trata de un conjunto esplendoroso con frescos en las paredes, el escudo de la Casa de Alba de Liste y galería de cinco columnas de orden toscano sobre plintos en el claustro.

Sin embargo, toda esta riqueza y belleza ha desaparecido y su estado de abandono es absoluto. Los datos son cuantiosos; ha sufrido ataques vandálicos y muchas partes del cenobio ya no existen como los frescos.

Desde hace años, este Bien de Interés Cultural espera una intervención integral. En 2020, los propietarios donaron a la Junta de Extremadura el edificio.

Castillo de Peñafiel o de Racha Rachel (Zarza la Mayor, Cáceres)

La fortaleza Racha Rachel data del siglo IX y la construyeron los bereberes en el desfiladero del río Eljas como torre de vigilancia. En 1212, Alfonso IX conquistó la fortaleza y pasó a llamarse castillo de Peñafiel. En su origen, se trataba de una torre atalaya con barbacana. Posteriormente, se le añadió elementos constructivos en el siglo XVI, que son los que se conservan actualmente.

La torre de homenaje se remonta a 1475, de estilo gótico y de tres plantas. Y es, precisamente, esta torre la que se preserva mejor porque el resto del conjunto se encuentra en ruina. Se han detectado hundimientos y la vegetación invade los espacios.

En 1949, el castillo se alzó con la Declaración de Bien de Interés Cultural, pero se encuentra en ruina y amenaza derrumbe.