Sexta edición

El verano es multicolor: Mad Cool hace bandera de la diversidad

Robbie Williams, Lil Nas X, The Offspring y Lizzo desplegaron un arcoíris de energía, luz y palabra en la jornada inaugural de un festival en el que nadie se sintió excluido ni censurado

Robbie Williams recuperó los grandes éxitos de su carrera en su concierto del Mad Cool.

Robbie Williams recuperó los grandes éxitos de su carrera en su concierto del Mad Cool. / EFE

Pedro del Corral

No, el verano no es solo azul en un país enamorado del blanco de las hamacas, del amarillo de las limonadas y del morado de los atardeceres. Piense en las cervezas y las gildas de mediodía. O en las sandías recién troceadas. Qué aburrido reducirlo todo a un color cuando en la diversidad está, precisamente, la diversión. Para degustar la vida hay que atreverse a descubrir. De lo contrario, corremos el riesgo de perdernos una buena ristra de placeres por tonta necedad. Anoche, el Mad Cool arrancó su sexta edición con la pluralidad por bandera. Hubo hombres en falda y mujeres sin sujetador. El sudor se mezcló tan rápido como ciertas lenguas. Y el rímel corrió por igual entre jóvenes y adultos. Todo en perfecta eucaristía. Bastó con presenciar la actuación de Robbie Williams para darse cuenta de ello: el ex Take That desplegó un arcoíris de energía, luz y labia tan grande que nadie quedó fuera.

Robbie Williams comenzó su actuación con dos clásicos: 'Hey Wow Yeah Yeah' y 'Let Me Entertein You'.

Robbie Williams comenzó su actuación con dos clásicos: 'Hey Wow Yeah Yeah' y 'Let Me Entertein You'. / EFE

El verano es también rojo como el rubor que sacó Williams a algún que otro despistado. Gamberro y simpaticón, se dirigió al público en numerosas ocasiones en busca de una confianza que rompió el hielo en cuestión de segundos. Con 'Hey Wow Yeah Yeah' la grieta se perpetuó, pero con 'Let Me Entertain You' se descarriló. Entonces, comenzó una bacanal pop que disparó las pulsaciones a golpe de éxitos: 'Monsoon', 'Strong', 'Feel', 'Kids', 'Candy'… Buscó la desinhibición y, para ello, no dudó en hacer bromas, mover la pelvis, contar chascarrillos y, sobre todo, reírse de sí mismo. De hecho, enfundado en lentejuelas doradas y un fular blanco, recordó que de joven no quería casarse ni tener hijos... una promesa que, por sorpresa, rompió hace ya 13 años. Con total dominio del tempo y del escenario, demostró una vez más sus dotes como showman. Incluso en aquellos momentos en los que se puso bobalicón para interpretar las esperadísimas 'No regrets' y 'Angels'. Hubo purpurina, pero también nostalgia. En la dosis justa, ¿eh? El drama no va con él.

Lizzo, durante la versión del 'I'm Every Woman' que popularizó Whitney Houston.

Lizzo, durante la versión del 'I'm Every Woman' que popularizó Whitney Houston. / EFE

Como tampoco con Lizzo, que antes transformó el recinto en una hoguera improvisada. En torno a ella, danzó una masa dispuesta a hacer del naranja su talismán. Avivaron el fuego que emanan unas canciones que, en una década, han convertido a la cantautora en un icono queer, arty y fashion. Parte de la culpa la tienen 'Soulmate', 'Boys' y 'Everybody's Gay', tres bombas urbanas con salpicaduras disco. En esta última, la rapera de Detroit reflexiona sobre lo que supone salir a un club de ambiente y bailar toda la noche en un espacio seguro. De ahí que gran parte de su aforo estuviese formado por miembros del colectivo LGTBIQ+. Muchos de ellos con los brazos en alto simulando un corazón con sus manos. Hubo lágrimas, quizá por el apoyo que le lleva brindando desde que debutó en 2013. Y que, últimamente, reconforta tanto en plena cruzada política contra sus conquistas. Ácida y pícara, tendió la mano a un Mad Cool que estrenó recinto en Villaverde una vez dejado atrás Valdebebas.

De allí tuvieron que irse por las quejas de los vecinos y los problemas de movilidad que provocó su organización. Dos inconvenientes que, en esta primera jornada, parecen haberse abordado con buena mano a pesar de las aglomeraciones. El espacio, que cuenta con 185.000 metros cuadrados, no sólo pretende acoger los ocho stages de esta cita. Durante esta temporada, el bautizado como Nuevo Recinto de Festivales de Madrid albergará otras iniciativas como el concierto de Harry Styles. Puro cemento reconvertido en un oasis luminoso. En definitiva, el hábitat ideal para un Lil Nas X pomposo, dinámico e impoluto. Algo artificial, es verdad. Pero reivindicativo. Con 'Montero (Call Me By Your Name)', ya dejó claro por donde iban los tiros: una fantasía gay con cuerpos musculados, trajes brillantes y miradas lujuriosas. No hubo músicos en escena (¡ojo, polémica!), lo que focalizó la atención en lo visual: entró por los ojos a una audiencia que, con 'Old Town Road' y 'Scoop', quedó cejada entre destellos amarillos.

El líder de Sigur Rós tocó la guitarra armado con un arco de violín.

El líder de Sigur Rós tocó la guitarra armado con un arco de violín. / EFE

Aire ‘queer’

En Madrid no tenemos ni mar abierto ni cielo limpio. Pero sí algún que otro pulmón verde para resguardarnos del calor. Bueno, cuando no los cierran. En esta ocasión, pocos árboles hubo a la redonda. Ahora bien, el fresquito islandés que trajo Sigur Rós sentó de maravilla. Escoltados por una bruma densa y afectiva, la banda liderada por Jónsi bajó las revoluciones para el disfrute de los melancólicos. Su voz sonó tan nítida que, perfilada por el arco con el que acarició su guitarra, pareció que las historias que paladeaba tomaban cuerpo. Hubo tal intimidad que, en los instantes instrumentales, hasta se intuyeron los jadeos de la multitud. Es curioso cómo, a 30 grados, la piel puede erizarse a golpe de silencios. Tanto fue así que no hizo falta entender las letras para fantasear con las cascadas, cumbres y carreteras que les inspiran. A este lado del Mad Cool, el bajo de Goggi y el teclado de Kjarri levantaron un discoteca celestial donde no hubo tanta euforia, pero sí reinó una especie de calma tensa que sólo saben generar quienes te pellizcan el corazón.

Desde que King Princess debutó con '1950' ya dejó patente que lo suyo era el pop 'queer' de ramalazo yanqui.

Desde que King Princess debutó con '1950' ya dejó patente que lo suyo era el pop 'queer' de ramalazo yanqui. / PACO POYATO | MAD COOL

En el correspondiente moratón participaron King Princess y Mimi Webb. A la primera la han bautizado como Lesbian Jesus por su reivindicativo ideario. Desde que debutó con '1950' ya dejó patente que lo suyo era el pop queer de ramalazo yanqui. Sus letras están iluminando a una juventud que, por primera vez, disfruta del amor con todas sus referencias: cuando tocó 'Cursed' y 'Too Bad', hubo quienes se dejaron llevar por la emoción. Tal vez, al sentir que por fin alguien les entendía de verdad. He aquí la importancia de utilizar lenguajes que acojan a 'todes.' Un matiz que, asimismo, tiene muy presente la segunda. El pasado marzo publicó su primer álbum, un concentrado pop con tintes sinceros y matemáticos que recuerda al que catapultó a Aitana en España. En él, desgrana sus últimas relaciones sentimentales en busca de una comprensión que, parece ser, ha encontrado masivamente en sus oyentes. Como prueba, la reacción al rescatar 'Ghost Of You' y 'Red Flags'.

The Offspring recuperó para la ocasión aquellos trofeos punk que les consagraron en los 90.

The Offspring recuperó para la ocasión aquellos trofeos punk que les consagraron en los 90. / JAVIER BRAGADO | MAD COOL

Trofeos punk

Hay fucsias y marrones que traen el olor de la lavanda y el sabor del coco. Tonalidades que poseen la capacidad de trasladarnos a la infancia en un vil juego sentimental. Eso es lo que pasó con The Offspring: si bien en 2021 lanzaron 'Let The Bad Times Roll' (¿una premonición?), lo que el público quiso oír fueron aquellos trofeos punk que les consagraron en los 90. En 'Come Out And Play', 'All I Want' y 'I Want You Bad', no sólo merodearon viejos recuerdos. También resurgió una ilusión intacta que, para bastantes, quedó atrapada en esta década. De ahí que, al recuperarlas, un efecto casi narcótico se impusiera de inmediato. El paso del tiempo no les ha restado autoridad. De hecho, apenas aflojaron el ritmo en los 60 minutos de un bolo construido a base de hits: de 'Pretty Fly (For A White Guy)' a 'The Kids Aren't Alright'. Algo que los asistentes, sensiblemente mayores, acogieron con fervor. Casi no hablaron… a veces, el pasado resulta tan embriagador que no hacen falta palabras.

Paolo Nutini, rodeado de seis músicos, sirvió crédito, rugosidad y seducción en la jornada inaugural del Mad Cool.

Paolo Nutini, rodeado de seis músicos, sirvió crédito, rugosidad y seducción en la jornada inaugural del Mad Cool. / EFE

De corte más intimista se mostró Paolo Nutini. El cantautor de Escocia tuvo la virtud de trasladarnos a otra dimensión a través de canciones de propósito eterno. A medio camino entre el soul, el folk y el blues, desató una oleada de emociones en un gentío agitado y ablandado a medias. Rodeado de seis músicos, sirvió crédito, rugosidad y seducción. Una visión diferente que alcanzó su redoble con la deliciosa 'Shine A Light'. Similar al que alcanzaron Nova Twins con la indómita 'Cleopatra'. El dúo de Londres pisó las tablas con una determinación arrolladora, mezclando funk, nu metal y r’n’b con una furtiva inteligencia. Dispararon cañonazos uno detrás de otro. Sin parar. A Georgia y Amy les gusta ser directas… aunque, por momentos, se pasen de crudas. Retaron a un gallinero que terminó exhausto y sediento. Pero, en cualquier caso, con la sensación de haber bailado sin cortapisas. Aquí, se celebró la vida. En sus mil vertientes. Así que no, el verano no es solo azul. Por suerte, es multicolor.