La cultura que nos viene

Esto no es política

Una escena de 'La lluvia amarilla', que mañana se representa, a las nueve de la noche, en teatro López de Ayala,  en badajoz.

Una escena de 'La lluvia amarilla', que mañana se representa, a las nueve de la noche, en teatro López de Ayala, en badajoz. / Corral de García

Llevar cultura implica que, en la redacción, te enteras de ciertas cosas de refilón y sin hacerles mucho caso. Por ejemplo, sé que Mérida acogió a personas inmigrantes (gracias, Mérida: qué bien vivir aquí) mientras el partido que gobierna (sí, hola, Vox gobierna esta comunidad autónoma: todavía no sé si mucho o si poco) ha dicho no sé qué. No me entero del qué, no le hago mucho caso. Podría aventurar, por supuesto, porque ya nos conocemos todos: que si son un peligro, que esto es un atentado contra la seguridad del país, que se vayan a su casa, que los metamos en nuestra casa, que estos negros vienen aquí a robar y a violar a nuestras niñas, nadie piensa en las niñas, cierren las fronteras, vienen a hacer atentados, son unos radicales, el alcalde le está haciendo el juego a las mafias, esto es un sindiós.

Pongo la mano en el fuego y no me quemo de que por ahí han ido los tiros.

Llevar cultura implica que puedes olvidar que en el mundo hay escoria que solo piensa en sus privilegios, que mira a las personas pobres o con otro color de piel con rechazo, desdén y desprecio y que tiene el discurso político de una ameba, pero va mucho a Misa e invoca mucho a Dios. A ese Dios en el que dicen creer, en la muerte, le acompañaron un chaval, su madre y una puta mientras el resto de los machos alfa huía despavorido, porque los machos alfa suelen ser así: huyen mientras las mujeres se quedan cuidando.

Cuando Zahara canta, protestan. Y ella canta:

Esto no es una canción política. / No voy a hablar de drogas ni de religión / ni de libertad de expresión, / porque la libertad de ir a los bares es mucho más importante. / Mi misión es que no se ofenda nadie. / No diré nada que pueda ser censurable. / No importa si no me entienden

Yo solo quiero ser madre.

Esto no es una canción política. / Habla de los rayos del sol en el yate, / del bronceado perfecto, de la serie que no puedes perderte. / Esta canción está llena de caritas sonrientes. / No habla de mi reputación; / no tiene remordimientos. / No es víctima del patriarcado, / ni sale en el telediario / no se duerme pensando en las consecuencias de sus actos. / No carga contra los mandatarios. / Esta canción defiende a muerte su bandera y su estado. / Esta canción nunca será exiliada. / Esta es una canción aria / heteronormativa blanca. / Esta canción es una puta balada. / Esta canción es una puta balada.

Ella canta y yo aplaudo.

Aplaudiría también, en Madrid, a Rebeca Santiago, que va a estar en los Teatros del Canal este domingo a las doce de la mañana con el Ensemble Teatro del Arte Sonoro presentando una nueva pieza basada en el poema más famoso de T.S. Eliot: se llamaba Thomas Stearns. Lo he tenido que buscar porque llevo toda la vida diciendo Ti Es Eliot, como llevamos toda la vida diciendo ETA Hoffmann y no Ernest Theodor Amadeus o John Ronald Reuel Tolkien. En fin: que sabemos que abril es el mes más cruel pero no cuáles son las raíces que prenden ni qué ramas se extienden en estos pétreos escombros porque estamos en el corredor de las ratas donde los hombres muertos perdieron sus huesos.

La perla

Adoramos los nacimientos y más si son en el mundo rural. Gigante de oro se llama el nuevo Festival de cine de Puebla de Alcocer, desde hoy hasta el domingo, que quiere «dar visibilidad al talento de dentro y fuera de la región con tres muestras de cortos»: son ‘Extremadura’, ‘Talento’ y ‘Fantástico’. Podremos ver trabajos de cineastas extremeños tan queridos como María Sánchez Testón, Silvia Venegas, Mario Martínez Sáenz, o Rubén Barbosa con su estupendo ‘Genti di muerti’. Y grandes y peques se lo pasarán genial con ‘Operación Frankestein’. Los pases son en la casa de cultura de la localidad y comienzan hoy el viernes 20 a las ocho de la tarde con la sección ‘Extremadura’ y se completa el día 21 con las proyecciones de ‘Talento’ y ‘Fantástico’ a partir de las siete de la tarde.

Ya no tenemos treinta años. Ahora tenemos cuarenta y otras preocupaciones. Me lo dice Ana Maou, Ana Hernández, exFunamviolistas, que se ha reunido con algunas de sus compañeras para crear La Jolie y presentar, en el Festival Internacional de Teatro de Badajoz, esta noche, a las nueve, ‘Galop’, que es una danza, pero también un trasunto de tomar las riendas de la propia vida, cuando se pueda. Se expande nuestro concepto de belleza: «eso es la edad, Olga», sonríe mi amiga María José cuando se lo digo, y se lo comento también a Fernando Velázquez, premio Goya por la banda sonora de ‘Un monstruo viene a verme’, que anda con la Orquesta de Extremadura por Mérida y Plasencia, esta tarde y mañana, respectivamente, ambas citas a las ocho de la tarde en los palacios de congresos de cada ciudad.

A los 20 años yo no hubiera ido a un concierto de música contemporánea. Pero sí voy a los 40. A los 20 ahondo en la historia de Roma: lo podemos hacer mediante el teatro, también, con Chico García interpretando a Trajano en el Festival Nacional de Teatro Vegas Bajas. De hecho, si nos va la historia, podemos conocer más sobre Leonor de Aquitania si vamos mañana a Talavera la Real.

También vemos obras en verso, que antes no hubiéramos visto, como ‘Cuatro salvajes vestidos de verde hiedra’, de José Padilla, que mezcla a Cervantes con Calderón y Ana Caro de Mallén. Será esta tarde, en el Alkázar de Plasencia, a las ocho.

Y nos interesa lo rural cuando lo cuenta la gente del mundo rural, como cuando un señor de pueblo escribió una novela sobre un pueblo antes de que se hablara de la España vaciada. ‘La lluvia amarilla’ se transformó en un clásico contemporáneo y ahora es una obra de teatro, adaptada por un señor de un pueblo de Huesca llamado Santa Eulalia de Gállego que tiene menos de cien habitantes: Jesús Arbués no quería hacer una obra costumbrista y no la ha hecho (mañana, en Badajoz). Viva el teatro, viva la lluvia, viva la cultura que también es política. 

Suscríbete para seguir leyendo