Un espontáneo interrumpió ayer al brasileño Vanderlei Lima cuando era el líder del maratón, en un bochornoso episodio que puso en evidencia las medidas de seguridad de los Juegos. Una inversión tres veces superior a la edición de Sydney de hace cuatro años, la presencia de 70.000 agentes de seguridad repartidos por la capital griega para garantizar la ausencia de incidentes y el hecho de que fuera la última competición que quedaba por disputar, no impidió que el espectador se colara dentro del circuito y se lanzara sobre Lima, agrediéndole.

"Yo creo que si no hubiera sido por esto, seguramente hubiera ganado", se lamentó Lima, que se conformó con el bronce. El beneficiado fue el italiano Stefano Baldini, que se colocó líder en el kilómetro 39 de carrera, a sólo tres de la meta. Para el terreno de la hipótesis quedará si el brasileño hubiera sido capaz de cruzar como ganador la llegada al estadio Panathinaiko de no ser por la agresión del asaltante, Cornelius Horan, un exsacerdote irlandés, que iba bebido.

MAL INICIO, MAL FINAL Los Juegos que se iniciaron con el culebrón Kenteris y Thanou vivieron ayer un epílogo que emborrona 16 días de convivencia y de un buen nivel de competición deportiva y organizativa, que merecieron los elogios del presidente del COI, Jacques Rogge, y en los que España ha conseguido elevar sus resultados hasta las 19 medallas y a 71 finalistas, situándolos cerca de las cifras de Barcelona-92 (22 medallas y 56 finalistas).

El deporte español se marcha complacido. Por la situación final en el medallero y por el avance en el número de diplomas. Albergaban los responsables del COE la convicción de mejorar las 11 medallas de Sydney y también sólidas esperanzas de alcanzar las 17 de Atlanta. Pero nadie se atrevía a plantear las cifras de Barcelona (22). O, al menos, nadie lo hacía en voz alta. Pero al final, los resultados han superado las expectativas. "Estamos muy satisfechos. Es una buena actuación. Hemos convertido un 27% de los finalistas en medalla, cuando en Sydney no pasó del 20%", enjuició José María Echevarría, el presidente del COE.

DEJAR ATRAS BARCELONA Han existido decepciones, claro. Derrotas amargas que no pasan por alto en el balance final -- las del ciclismo en ruta, las del triatlón, las de los tenistas-- sobre todo porque parecían cantadas. Otras que han caído como un jarro de agua fría: la del baloncesto masculino, después de generar unas enormes expectativas. Pero han llegado también triunfos inesperados que han compensado la balanza como los de Patricia Moreno, en gimnasia artística.

"El motor de nuestro deporte está bien engrasado", explicó ayer Jaime Lissavetzky, el secretario de Estado para el Deporte, poniendo énfasis en que se trata del segundo mejor resultado después de Barcelona. "Ahora debemos tener la ambición de superar los resultados del 92. Hay que dar un salto hacia adelante. Han pasado ya 12 años", apunta.

FELICITACION DE ROGGE Jacques Rogge transmitió ayer al Comité de Atenas-2004 su felicitación personal. Y, en la clausura, en el estadio olímpico, elogió a los responsables de la cita. "Han sido unos Juegos excelentes", valoró. El presidente del COI huyó del recuerdo de su predecesor, Juan Antonio Samaranch, y evitó las comparaciones entre Atenas y las anteriores sedes olímpicas.

Rogge tampoco eludió el análisis sobre el dopaje. Los casos de Kenteris y Thanou han dejado un poso de escepticismo en torno a los deportistas que el presidente del COI intentó ayer disipar. "Hemos controlado a uno de cada cuatro atletas y esa cantidad aumentará. Los controles cada vez son más eficaces", aseguró.

En el álbum de fotografías parece obligado que existan las imágenes de los dos velocistas griegos, pero a su lado estarán las de los triunfantes Phelps y Guerruj o las lágrimas desconsoladas de Radcliffe. A fin de cuentas, ellos sí han sido protagonistas.