En Aix-3-Domaines ganó Carlos Sastre cuando a la cumbre la llamaban Plateau de Bonascre. En Aix-3-Domaines, por encima de Ax les Thermes, a apenas 33 kilómetros de Pas de la Casa, se respira en verano un ambiente de tranquilidad. Ni un alma. Solo algunos cicloturistas que imitan a los héroes del Tour y un pequeño colmado para comprar unos refrescos. Nada más, ni hoteles abiertos.

Pero hoy será diferente. Hoy comienza la gran fiesta de los Pirineos. Se acabaron las caídas, las salas de urgencia de los hospitales de Córcega, Marsella y de Montpellier. Es el día por el que ha valido rodar cada día delante, sin bajar de la posición 20, como ha hecho etapa sí y etapa también Chris Froome y con sobresaliente, el mejor ubicado entre todos los corredores españoles, Alejandro Valverde. Ni se ha caído, ni se ha afeitado, ni se ha despistado, como había hecho tantas veces en Francia cuando se le daba entre los principales favoritos.

Hoy es el primer día que Purito Rodríguez tiene marcado en rojo, porque, como él dice, llega al lado de su casa de adopción, Andorra, para subir una cima que se la conoce de memoria de tantas y tantas veces que ha entrenado por su carretera. Y hoy es la jornada que se cita en todos los pronósticos: duelo al sol en los Pirineos; de un lado, un británico de apellido Froome que cree que hace un año pudo ganar el Tour y en su equipo no lo dejaron. Y de otro Alberto Contador, el corredor que cuando afronta una carrera de tres semanas mentalizado para ganarla siempre llega a la meta final en la primera posición del podio. Lo hizo en todas las grandes vueltas que ganó, aunque alguna de ellas no figure en su palmarés. Y si no lo practicó en el 2011 fue porque llegaba demasiado cansado del combate en el Giro. "Me gustaría vestirme ya de amarillo en los Pirineos y por eso pondré a trabajar a todo mi equipo", avisa Froome. Contador, más cauto, prefiere nadar y guardar la ropa. "Según como vaya la etapa se verá la táctica que voy a emplear".

Pero, si se mira la lista de corredores inscritos en el Tour de las 100 ediciones, con la excepción de Cadel Evans al que siempre hay que respetar y de Andy Schleck, del que no se sabe gran cosa sobre si ha recuperado su espíritu de gran ciclista, difícilmente aparece otro corredor más allá del cuarteto que el año pasado convirtió a la Vuelta 2012 en puro espectáculo, pasión brillante y una edición para guardar en la colección de la historia: Contador, Valverde, Purito y Froome, según el orden que estableció la clasificación final de Madrid. Ellos cuatro están llamados a ser los grandes protagonistas en los Pirineos.

En la Vuelta, en el verano pasado, Froome descubrió a un trío que le plantaba cara en cada cuesta. Y si acabó rindiéndose fue porque llegó a la ronda española demasiado cansado después de sus gestas por el Tour y los Juegos de Londres.

TEMPORADA DE ENSUEÑO Ahora, en cambio, gracias a la gran temporada que lleva (triunfos en el Critérium Internacional, el Tour de Romandía y el Critérium del Dauphiné) es el corredor a batir. Todos pendientes de lo que haga el Sky, potente en las cuestas, el equipo que querrá echar el cerrojo en la cima de Pailhères, la cumbre más complicada en un fin de semana por los Pirineos; una llegada en alto, hoy, y una jornada maratoniana, mañana, aunque con la meta de Bagnères de Bigorre en descenso.

Froome los conoce bien. Pero también sabe que en el Tour, a diferencia de la Vuelta, hay montaña de por medio, cumbres de kilometraje largo y no solo cuestas explosivas con poco más de 1.000 metros plagadas de bonificaciones (nulas en la ronda francesa) donde cada vez caía ante el empuje de los tres españoles. Estos deberán lanzar a sus segundos para destrozar al Sky y abrir su cerrojo. Hoy, la táctica será tan importante como las fuerzas. Hoy, se deberá afrontar la primera etapa de montaña con poder en las piernas pero con sabiduría en la cabeza. Qué empiece la gran fiesta.