Reconozco que con este deportista me cuesta ser imparcial porque la relación con él ha terminado por ser muy estrecha. Aquí, digamos, se me notan los colores, cual aficionado de un club de fútbol. Por eso empiezo por asumir que estoy especialmente feliz desde que el sábado conocimos la consecución del nuevo récord de España de lanzamiento de martillo por parte de Javier Cienfuegos (77,32). Fue en el marco del Campeonato de España en Jaén.

Desde que el protagonista era cadete he seguido casi día a día la trayectoria del montijano. Hoy acumula más de 10 años de dominio absoluto del martillo nacional. Pese a batir en su día el récord mundial junior, en su debe está no hacer una machada en una gran cita internacional. En varias de ellas he visto su frustración porque no le han salido las cosas, pero él siempre ha estado ahí, peleando, sufriendo, esperando el momento.

El récord es de Javi, pero también de Antonio Fuentes, el hombre que le ha dado confianza y cariño, al tiempo que exigencia. Y parte del récord también es de sus padres (cómo me alegro por mi tocayo y por Laly, qué gente más extraordinaria), por su mujer, Ari, y por su hermana, Irene. Qué ratos --muchísimos más buenos que malos-- he pasado con ellos, en Londres, Zurich o Berlín. Aún no ha cumplido 29 años y queda mucho camino por recorrer. Quién sabe si lo mejor se lo ha reservado para lo sucesivo.

Obstinado, su constancia le ha vuelto a dar la gloria como deportista top de la región. Un orgullo, desde luego, en una Extremadura que tiene a Álvaro Martín y a él como estandartes en el atletismo.

Una operación, hace dos años, sembró alguna duda sobre su futuro. Pasado el tiempo, Cienfu vuelve a sonreír con la recompensa. Hace tres días me adelantó, en exclusiva, que iba a hacer el récord. Y Javi cumplió. Qué grande.