Esta noche a las 00:00 se alcanza justo una semana desde la proclamación del Estado de Alarma, aunque para muchos de nosotros se cumplió el jueves, ya que mi confinamiento empezó ese día tras la última rueda de prensa en el Multiusos.

El miércoles tuve que salir. Fue una experiencia… digamos que rara, la verdad. Dejémoslo ahí. No sé si alguno de vosotros ha salido ya (espero que haya sido por obligación… ejem, ejem). En ese caso sabrá de lo que estoy hablando.

Me he hecho la apuesta personal de no afeitarme en toda la cuarentena. Iba bastante bien: la barba estaba frondosa, negra y brillante. Podía hasta empezar a peinármela... Pero todo se fue al garete el viernes por la tarde. Ya no vivo solo ni soy aquel jovenzuelo desmadrado que se saltaba las normas (bueno, realmente nunca lo fui, pero sonaba muy bien así). Ahora tengo mujer e hija y, si quiero que me sigan dando besitos, tocaba agachar la cabeza y afeitarse. Además, tuve un directo con José Manuel Puertas en Instagram y me daba cosilla que estuviera entrevistando a Chuck Noland en vez de a mí.

Antes de salir me metí en Google y busqué «cómo ponerse un traje de astronauta». El primer resultado fue «NASA muestra la complejidad de ponerse un traje espacial». Os recomiendo que lo veáis, es bastante curioso. Seguidamente decidí «solo» ponerme la mascarilla y guantes, creo que con eso es suficiente. Reconozco que mientras me la ponía sonaba en mi cabeza la banda sonora de Apollo 13, Armageddon… o cualquier americanada patriótica sobre el espacio.

En cuanto di el primer paso en la calle (por supuesto que yo era Neil Amstrong poniendo el pie en la Luna) me invadió un gran soplo de aire fresco y puro por los ojos y pómulos. También me molestaba un pelín el sol en los ojos. ¡Qué alegría! Había mucho silencio en la calle y prácticamente nada de tráfico.

Al entrar en Carrefour había una pareja de la UME y dentro te desinfectan el carro, guardando una fila única respetando la separación de metro y medio entre personas. Me impactó que los pasillos que no son de productos de primera necesidad están precitados. Algunas baldas estaban vacías, pero por lo menos había papel higiénico, que parece que sigue estando en alza y muy demandado. Vi miedo en los ojos de la gente y sentí que había prisa por hacer su compra y volver a casa con los suyos. Una experiencia más para sumar a la mochila. Diferente por diversos motivos y además esta vez no me la ha dado el deporte como venía siendo habitual. Ha sido el nuevo día a día… de vuelta #YoMeQuedoEnCasa.