Hace 19 años y dos meses debutó en el Cacereño David Mateos Rocha, ‘David Rocha’ (7 de febrero de 1985). Desde entonces, este futbolista de vocación ha ido generando una carrera notable en el filial del Villarreal, Albacete, Nastic de Tarragona en dos etapas, Houston Dinamo de EEUU, Oviedo, Almería, Extremadura y Mérida. En el CPC, el club de su vida y en el que apunta en esta entrevista que «sueña» retirarse «para cerrar el círculo», es una referencia histórica. Con oferta para seguir en el Mérida, su primera opción sería quedarse en su ciudad natal. Las próximas semanas marcarán dónde prosigue su trayectoria profesional este veterano de perfil alto dentro del fútbol regional.

¿Hasta cuándo va a seguir siendo jugador de fútbol?

Hasta que me echen. Recuerdo que Julio Cobos, el actual entrenador del Cacereño y que fue mi compañero cuando yo empezaba, me dijo algo así como: ‘del fútbol no te vayas nunca;del fútbol te tienen que echar’. Y esto lo tengo grabado a fuego. Ojalá pueda aguantar al menos un par de años más. Después de la operación de pubalgia ya no tengo ningún tipo de dolor y me encuentro físicamente muy bien. Todavía me queda cuerda.

¿Se queda con la sensación de haber podido llegar a más, aunque todavía le queden más años?

No. Ha habido gente que ha comentado que he tenido suerte, pero yo no lo creo. Al mejor podría haber estado antes en Segunda o haber ‘tocado’ incluso la Primera División, pero al final, con la cantidad de compañeros que pasan a tu lado o la cantidad de situaciones que produce el fútbol, me considero un afortunado de poder haberme dedicado a lo que más me gusta. El fútbol es tan cambiante de un día para otro que por una pequeña lesión que tengas y que no tengas una recuperación adecuada se te puede truncar una carrera.Por eso me considero que he tenido muy buena suerte de haber estado ahí tanto tiempo.

Se fue a Villarreal muy joven. ¿Qué le faltó para triunfar?

Me faltó esa madurez que conseguí más adelante. Era la primera vez que salía de casa, dejando un club entonces semiprofesional para ir a uno con la profesionalidad al más alto nivel. Quizá entonces era u npoco irregular, alternaba días muy buenos con otros en los que no estaba bien. Patiné en días importantes. Me faltó tener esa regularidad y esa experiencia que adquirí más tarde.

¿Cuál ha sido su mejor año?

Sin duda, mis temporadas en Tarragona. Ahí me salía todo, teníamos un grupo espectacular y además hacía goles goles con facilidad... estaba con la flecha para arriba. Fueron años buenísismos. Estaba con el duende. Además, mi entrenador era Vicente Moreno, el mejor que he tenido, que consiguió dar con la tecla y me sacó el mejor rendimiento posible.

¿Y el peor año?

No tenido temporadas especialmente malas. Por suerte, siempre he jugado, pero sí es verdad que el año del Extremadura (la 19-20) la lesión me truncó muchísimo. No pude disfrutar de algo que me hacía muchísima ilusión, que era jugar en el fútbol profesional en mi tierra. Al final era más sufrimiento que disfrute:esa pubalgia no me dejó dar el nivel que al principio de los partidos que jugué sí podía dar. 

Ha jugado en tres equipos extremeños: Cacereño, Extremadura y Mérida. Empecemos por el último, un Mérida que incluso le ha ofrecido la renovación...

Me acogieron muy bien desde el primer día. De los años que llevo puede ser que sea de los que más agradecido estoy por haberme dado la oportunidad tras un momento supercomplicado para mí después de cuatro meses parado, recién operado y con un asunto con el Extremadura digamos que difícil. El hecho de que me diesen la oportunidad de al menos entrenar, recuperarme en la última fase y después jugar... solamente puedo decir que han sido unos meses muy muy buenos.

¿Con qué se queda del Extremadura, quitando el problema específico con el club?

Al final me quedo con la pasión y el ambiente que se genera allí con el fútbol cada fin de semana. Sinceramente estoy superagradecido de haber podido jugar en un equipo extremeño en liga profesioonal. Lo demás ya vendrá cuando tenga que venir...

Cuando mejor estaba llegó la lesión. ¿Se hubiera salvado el equipo si no se hubiera lesionado?

Conmigo y con muchos compañeros más. Tuvimos muchas lesiones, y es verdad que los primeros cuatro partidos no jugué. Después sí y tuvimos una buena racha. Pero desde octubre entrenaba ya con dolor y después ni siquiera eso. Estuvo Gio lesionado, Lomotey con su selección... no teníamos jugadores en esa demarcación. Yo tenía que jugar prácticamente cada domingo infiltrado y no podía dar el rendimiento que daba antes del problema.

En el Cacereño jugó en dos etapas diferentes. ¿Habrá una tercera?

Ojalá. Siempre lo he dicho: mi sueño es poder retirarme en el Cacereño, pero no por el hecho de venir aquí a retirarme, sino por ser en los últimos años que juego. Sería cerrar el círculo. Me encantaría, y más viendo lo que se está haciendo aquí en Cáceres. Me gustaría ser partícipe de lo que se está viviendo aquí. No sé cuándo será, pero sí me gustaría. El Cacereño es mi equipo y mi casa, pero ya se verá qué pasa en el futuro.

¿Por qué no firmó este año por el Cacereño cuando se habló de ello?

Hablé con Julio (Cobos) y le comenté la posibilidad, en principio, de si podía entrenar y para terminar la rehabilitación porque no tenía nada. Me dijo que sí, pero que en principio no había intención de firmar un pivote porque tenían la posición cubierta. En ese aspecto, los que somos aficionados del Cacereño tenemos a gente en el club que hace las cosas bien. A lo mejor si hubiese otra persona al mando me hubiese aceptado sin que se supiera qué iba a ser de mí. Julio es superprofesional y si los intereses del equipo él consideraba que eran esos, no se pudo dar y acabé en Mérida, por cierto supercontento.

Cuando se retire, ¿a qué se va a dedicar?

Me gustaría seguir vinculado al mundo del fútbol. Tengo todos los niveles de entrenador, ahora quiero hacer el curso de director deportivo. En un futuro me gustaría ser entrenador del Cacereño y meterlo en el fútbol profesional. Sería también un sueño.

De todos estos años, diga un nombre de entrenador, aparte del de Vicente Moreno, y varios jugadores.

Me quedaría con Antonio Gómez, el entrenador que tuve en Albacete, que fue el que definitivamente me ubicó en la posición de medio centro y me dio continuidad. Aparte, aprendí muchísimo con él porque manejaba todo a un nivel espectácular. También me quedaría con dos a los que tengo muchísimo cariño: Ángel Marcos y Vicente Parra, que fueron los que me dieron la oportunidad de dar el salto al primer equipo y hacer carrera desde aquí. También me quedaría con Ángel Alcázar, con el que subimos a Segunda B. De Manuel Mosquera tengo un concepto espectacular; Anquela... he tenido mucha suerte. Como compañeros para mí el número es Manolo Reina, actual portero del Mallorca, con el que coincidí en los tres años en Tarragona, y no solo por lo deportivo, sino por lo personal: hicimos una amistad brutal, con nuestras familias. Igualmente he tenido suerte de jugar con Bruno Soriano, De la Bella, Michu... También en lo personal he tenido la fortuna de jugar con amigos, como Sergio Sánchez, Rai, Toni... desde las categorías inferiores del Cacereño, aemás de compartir un ascenso. 

La experiencia de Estados Unidos no la terminó. ¿Qué pasó?

Estuve siete meses. Salí del Nastic para allá. Mi mujer, Cristina, se quedó embarazada de nuestra hija. Y hubo un momento en el que tuvimos que pensarlo. Se cruzó en mi camino el Oviedo y la verdad es que era difícil decir que no. Aparte, el fútbol en EEUU era muy diferente, sin la tensión competitiva de aquí al ser todo franquicias, sin ascensos ni descensos. Se quedaba todo a medias. Y después de haber visto el ambiente del Tartiere como visitante, ir a Oviedo con esas circunstancias fue un acierto. En Tarragona ha sido donde más nivel he dado, pero en el aspecto colectivo, jugar dos años en el Oviedo y disputar dos derbis asturianos fue una experiencia brutal. Fue increíble:eso era fútbol puro y competitividad. Nos metimos en playoff para ascender a Primera, aunque luego no subimos.

Para terminar, ¿ha cambiado mucho el fútbol en estos casi 20 años?

Sí. Los jóvenes vienen mucho más preparados desde antes en la alimentación. Incluso jugadores de Segunda B son atletas. La mentalidad también ha cambiado: a la gente joven le cuesta mucho más sacar ese gen competitivo porque tiene un montón de distracciones y de información sobre ellos. Yo mismo cuando empecé con 18-19 años a este nivel no estaba listo físicamente. Ahora vienen mejor preparados. Cuando tenía semanas de intensidad grande acababa reventado. El físico es mucho mejor ahora, la mentalidad no.