Podría haberlo imaginado así, pero seguramente estaría pecando de osado o de ambicioso, o de idílico soñador… o de tantas otras cosas. Pero sucedió. 

Unas semanas antes de que la pandemia nos mandara al rincón de pensar, mi cabeza daba vueltas a la idea de apostar por la montaña, de dar el paso que otras veces no tuve la valentía de dar. La idea la meditaba mientras entrenaba a toda pastilla para rematar una buena temporada de invierno tras mi operación de Aquiles. Volver a correr rápido en asfalto, volver a pelear con los mejores crosistas del país, subirme de nuevo al cajón de un podio nacional… podrían parecer motivos de sobra para seguir en esa línea; pero algo en mi cabeza me decía que no, que pensara en el cambio, que arriesgara.

Y así fue, pero con unos meses al medio. Tuve todo un confinamiento para idear el plan, para montar el puzle en mi cabeza, para fantasear con la idea de correr grandes pruebas y para hacer y deshacer mil y una vez un calendario de ensueño. Todo fue muy despacio al principio, pero fue cogiendo velocidad, como cuando afrontas ese sendero de bajada que por inercia te va haciendo mover los pies de piedra en piedra cada vez más rápido, hasta que sientes esa conexión entre el monte y tú, y ya es demasiado tarde para frenar, por tanto, solo queda dejarse llevar, que como diría Vetusta Morla, «suena demasiado bien». 

En el Kilómetro Vertical de las Hurdes. CEDIDA

Debuté en montaña un 4 de Octubre, en la castigada Isla de la Palma. Sus rocas volcánicas, sus tupidos bosques y la humedad me dieron un buen leñazo de realidad, y me dije: «me gusta el juego». Desde ese día, hasta que coroné el Pico Montón de Trigo, en Ladrillar haciéndome con el título autonómico de Km Vertical, ha pasado un año y poquitos días, y no soy ni mucho menos experto, pero he ido aprendiendo tantas cosas que me da vértigo mirar hacia atrás y ver lo que he ido consiguiendo por el camino. 

Este idilio se ha forjado en un durísimo enero hervasense, con muchas horas de frontal, caladas, hipotermias, caídas, barro, caldos calientes al volver a casa y diversión, mucha diversión. 

Por eso, cuando llegó el primer Campeonato de Extremadura, el de línea, en La Garganta, no podía fallar. Aquel 22 de agosto corría por senderos que me habían visto tropezar y caer mil veces a lo largo del invierno y no me guardé nada. De inicio a fin, algo más de dos horas para proclamarme, exhausto y acalambrado, Campeón de Extremadura de Carreras por montaña en línea. 

Un mes después, en mi Torrejoncillo natal, llegó el día que tantas veces había imaginado en aquella cuarentena. Llegó el día de vencer a la suerte con la justicia. Porque había preparado aquel Ultra Artesanos con todo mi corazón, con el apoyo de todo mi círculo, con el sacrificio de entrenar un verano en cortafuegos… Y volvió a suceder. Crucé la línea de meta, me arrodillé, besé el suelo de la plaza que tantas veces me ha visto revolcado de pequeño. Torrejoncillo aplaudía, yo les aplaudía a ellos. Campeón de Extremadura de Ultra. 

Cruzando la meta del Campeonato de Extremadura de Carreras por montaña en línea. CEDIDA

Tres semanas después, aun con el cuerpo dolorido, llegó el momento de intentar cerrar el círculo. Justo el día que se cumplían tres años de mi paso por el quirófano, me veía, con uñas y dientes, subiendo desde Ladrillar hasta el Pico Montón de Trigo, por el sitio más salvaje que podáis imaginar. 45 minutos de sufrimiento, y 16 segundos para ser consciente de lo que había hecho. Campeón de Extremadura de Km Vertical. 

Podría haber escrito mil veces esta historia, pero creo que nunca la habría hecho tan bonita, ni puesto a la gente, ni elegido los lugares, ni los momentos. 

La Garganta, Techo de Extremadura, esta a escasos minutos de donde resido actualmente, Hervás, el lugar que me ha enseñado a amar y respetar la montaña. Torrejoncillo en general y Ultra Artesanos en particular es esa fibra sensible que todos tenemos con una prueba y que todos fantaseamos con romper la cinta alguna vez, devolviéndole a tu gente, todo su apoyo, con todo tu esfuerzo. Y Las Hurdes es ese lugar que me dio la oportunidad de conocer a la mujer de mi vida y que definitivamente, en lo personal, y en lo laboral, cambió mi suerte, para siempre. 

Hay que atreverse más a imaginar.