Segunda Federación

Cristo decide un derbi con susto en la grada

El Montijo, en inferioridad numérica, supera al Cacereño en un partido en el que la ambulancia se llevó al padre del jugador Solano, que estaba en la grada y requirió de urgencia médica

Cristo, protagonista del derbi con su gol, alza en brazo en señal de victoria ante la grada cuando se retiraba a vestuarios tras el encuentro.

Cristo, protagonista del derbi con su gol, alza en brazo en señal de victoria ante la grada cuando se retiraba a vestuarios tras el encuentro. / Rodrigo Morán

Ficha Técnica

Montijo: Tienza; Pedro Toro, Madrigal, Akapo, Gabri, Julio Rodao, Abraham Pozo (Barragán, min.71), Keita, Batanero, Yeray, Cristo Medina (Gideon, min.90).

Cacereño: Iván Moreno, Aguado (Pedro, min.71), Molina (Gomis, min.46), José Martínez, Clausi, Ruyman (Iván Fernández, min.56), David Grande, Bermu (Telles, min.56), Traoré, Garci, Karim.

Goles: 1-0 (m. 48) Cristo.

Árbitro: Jorge Álvarez Dorado (andaluz). Amonestó con amarilla a los locales Yeray, Abraham Pozo, Akapo, Rodao y Cristo; y al visitante Ruyman. Expulsó con roja directa al local Keita (minuto 14).

Estadio: Municipal Emilio Macarro. 600 espectadores.

Cuando un partido de fútbol se pone para tirar de garra, escudo y corazón, los equipos de Juan Marrero siempre van a tener un punto más que el resto para llegar al objetivo. Y esto ocurrió en el derbi que el Montijo se llevó ante un Cacereño más desacertado que en anteriores ocasiones y que pagó el peaje de la Copa ante el Real Madrid con una derrota que lo saca de puestos de playoff en la clasificación. Lo decidió Cristo, uno de esos jugadores en vías de extinción que tira de intuición y agudeza táctica cuando todos los factores le son adversos. Y siempre, o casi siempre, saca petróleo de donde apenas hay agua. Su gol, rematando de cabeza entre gigantes y confiando en llevarse otro rebote más, es una prueba clara de un jugador que cree más en sí mismo que ninguno. Y eso, precisamente eso, lo hace diferencial en estas categorías. 

Fue un partido marcado por el susto que un aficionado del Cacereño dejó en el municipal Emilio Macarro. Ocurrió en el minuto 75 cuando el árbitro detuvo el partido al sentirse indispuesto un señor mayor en la grada de preferencia. Por megafonía se pidió rápidamente el auxilio de un médico. Era el padre de Solano, jugador del Cacereño que se encontraba en esos momentos en el banquillo y que no dudó en salir como un resorte a la zona donde estaba su padre. El hombre, que no perdió la consciencia en ningún momento, tuvo que ser atendido y evacuado posteriormente en ambulancia hasta el hospital de Badajoz. Solano se cambió de ropa y abandonó el recinto junto a sus familiares para acompañar a su padre. Desde luego, un susto que esperemos quede en simple anécdota por la salud de este hombre.

Momento en el que la ambulancia entra al campo para evacuar al padre de Solano

Momento en el que la ambulancia entra al campo para evacuar al padre de Solano / R.M.

Polémica

Fue un encuentro marcado claramente por una tempranera acción que rompió los esquemas de ambos entrenadores. En un balón dividido, Ibrahim Keita levanta con virulencia la pierna y se lleva por delante a Bermu en una aparatosa entrada. El árbitro, como un resorte, saca roja al viento y manda al jugador del Montijo a la caseta. Era el minuto 14. Marrero explotó en la banda y el Cacereño se frotaba las manos con un colchón de 75 minutos en superioridad para ganar el derbi. No le fue suficiente.

El árbitro desquició por momentos al Montijo, que tardó en encontrar su nuevo guión de partido. No aprovechó ese titubeo el Cacereño, que se estampaba en la defensa rojilla con un imperial Akapo en la retaguardia.

Un centro de David Grande al que salió Tienza seguro y un disparo de Garci desde la frontal que se marchó fuera supuso el escaso bagaje de los verdes antes de llegar al descanso.

Los planteamientos de segunda parte podían haber marcado el rumbo del derbi, pero apareció entonces uno de esos futbolistas que brillan más por sus actos que por su marketing: Cristo Medina. El Ratón de Pueblonuevo cazó al vuelo un centro de Madrigal por la izquierda que se marchó al palo. Había tres defensas a su alrededor, pues bien, fue Cristo el que se adelantó a todos de nuevo para cazar el rechace y meter la bola para adentro. Gol de pillo, de inteligente, de delantero de esos que confían siempre en su suerte. Y en ellos mismos. Con el gol entre ceja y ceja. 

Jugadores del Cacereño conversando con el juego parado

Jugadores del Cacereño conversando con el juego parado / R.M.

Cobos cambió de planes y empezó a meter artillería arriba con menos argumentos que en anteriores ocasiones. Garci lo buscó de cabeza a centro de Ruyman y, poco después, de tiro cruzado. No fue su día. 

El Montijo fue matando el partido con un ritmo pausado y lento que entraba dentro de su guión. El parón médico le vino bien para coger aire. Fueron 25 minutos de parón hasta que se reanudó el partido. Para entonces, el Montjo ya había comprado el billete del triunfo ante un Cacereño desorientado que se murió colgando balones sin la fe del partido de Copa. Un derbi de garra y corazón. De los que gustan a Marrero. 

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