Hace semanas que la dirección popular decidió aprovechar la presidencia española de la UE para, en lo posible, marcar la agenda y tomar las riendas de la política nacional, justo en ese momento en que el Gobierno está "demasiado ocupado" en sus quehaceres europeos. A esa estrategia responde que el PP, con su líder a la cabeza, se atreva precisamente ahora a poner sobre la mesa temas tan polémicos como la cadena perpetua, aunque el atrevimiento pueda conllevar la radicalización de su imagen. "El PP ha dicho que es bueno que se abra un debate porque lo pide la calle. No hay que tener miedo a un debate sobre el asunto, sobre todo si se trata de la cadena perpetua revisable. No es disparatado", aseveró ayer durante su intervención en un foro organizado por el PP de Madrid, que dirige Esperanza Aguirre. Las palabras de Rajoy sobre la cadena perpetua provocaron el inmediato aplauso de su auditorio, plagado de cargos populares madrileños.

Seguramente, el entusiasmo que demostraron los presentes tenga algo que ver con que, el lunes, su jefa directa, Esperanza Aguirre, hizo exactamente la misma propuesta, además de defender desde hace tiempo que se intenten dar "todas las batallas" políticas desde la oposición, también las que generan polémica.

FACTOR ARENAS Pero la tregua que se han dado Rajoy y la dirigente madrileña no llega a tanto como para que el presidente popular siga el camino que marque Aguirre. En realidad, la iniciativa de sacar a colación tan espinoso tema surgió del responsable del PP de Andalucía, Javier Arenas, hace un año, cuando desapareció en Sevilla la joven Marta del Castillo.

La pasada semana, cuando se cumplió un año del citado suceso, Arenas volvió a reivindicar el debate sobre la cadena perpetua, alegando que "la calle lo demanda". Esta vez la sugerencia del político sevillano ha tenido más eco entre sus compañeros de partido, aunque sin excesos: el equipo de Rajoy está dispuesto a hacer ruido con la cadena perpetua, aunque sin presentar iniciativas parlamentarias al respecto, según admitió el lunes la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal. O sea, que los conservadores siguen tirando piedras en la cabeza de un Ejecutivo enfrascado en la presidencia europea, pero ocultando la mano que les permitiría dejar en negro sobre blanco, y en sede parlamentaria, su posición en cuestiones como esta.

Sin embargo, los populares sí llevarán a la Cámara alta iniciativas sobre inmigración (otro de los asuntos que han decidido agitar con fuerza este semestre) para, según explicó ayer Rajoy, abrir un debate "sosegado" y aclarar qué derechos tiene la inmigración legal frente a la ilegal. El lunes, De Cospedal ya anunció en rueda de prensa que su partido haría propuestas encaminadas a modificar la nueva ley de extranjería, pero olvidó añadir que, tras lo acaecido en Vic, también pedirán que se concreten los requisitos que han de cumplir los inmigrantes sin papeles para poder empadronarse.

AVISO A AGUIRRE Y GALLARDON Finalmente, el líder de los populares aprovechó la coyuntura (fueron testigos de su discurso Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón) para lanzar un mensaje interno al PP de Madrid: hay que actuar con "inteligencia" en los próximos meses y hacer una oposición "sensata y equilibrada". Esto es, dejar a un lado, definitivamente, las pugnas cainitas en el PP. Aguirre y Gallardón parecieron captar el mensaje, a tenor de sus réplicas: ella aseguró que tiene "gran confianza" en Rajoy y sus opciones, y el alcalde abogó por fomentar la unidad de Comunidad y ayuntamiento por el bien del partido.