Las hay que no habían vuelto a pisar Madrid en 10 años. Otras, que se sintieron volver a nacer en cuanto despertaron de la anestesia y vieron su cara cruzada de cicatrices. Hay quien dice ±me mataron a mi hijaO y puede seguir hablando con los periodistas. Y también quien no. Quien se sigue despertando cada noche con la misma pesadilla. Y quien se abraza a un bebé y decide sonreír en un día tan triste.

Las víctimas mantienen sus opiniones y sus formas de duelo, pero ayer, por primera vez en 10 años, todas conmemoraron unidas el aniversario del 11-M. Fue el peor atentado terrorista sufrido nunca en España, pero ni la magnitud del drama había valido hasta ahora para que todas las víctimas mostraran esa unidad. Ayer lo hicieron, en una mañana soleada de primavera en Madrid, en un Teatro Real que casi se queda pequeño.

En una plaza de Oriente donde el drama parecía diluirse en conversaciones de cotidianeidad. Las cuatro asociaciones de víctimas, que tan distanciadas han estado en esta década, hicieron causa común e insistieron en destacar lo positivo de esta paz.

Este mensaje de unidad fue el primero que trasladó el ministro Jorge Fernández Díaz, nada más entrar en el Teatro Real. "Que la división del pasado dé paso a la unidad del futuro", dijo Fernández Díaz, que se mostró satisfecho por que en una fecha tan señalada haya, por fin, encuentro entre los que más han sufrido.

Abrazos inolvidables

Una de las caras más conocidas del colectivo, la placentina Pilar Manjón, presidenta de la Asociación 11-M, mostró su satisfacción y señaló que el acuerdo ha sido posible "a base de esfuerzos y cesiones". Angeles Pedraza, presidenta de la AVT también dio por zanjados diez años de disenso: "Al final hay más que nos une, porque ser víctima no quiere decir que todas pensemos igual, pero nos une lo que nos pasó ese 11-M", sentenció Angeles Pedraza.

El de ayer fue el primer acto oficial de conmemoración del atentado del 11-M organizado por el Gobierno. En el Teatro Real, el ministro del Interior y los presidentes de las cuatro asociaciones de víctimas del terrorismo entregaron 350 condecoraciones de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las víctimas del terrorismo. Una a una, fueron subiendo al escenario para recibir su medalla y, en muchos casos, fundirse en abrazos con Manjón o Pedraza.

Con las emociones ya a flor de piel, Fernández Díaz pronunció un discurso largo y adjetivado en el que emocionó al auditorio con un "todos íbamos en esos cuatro trenes". El titular del Interior habló de los proyectos de vida truncados y del dolor, pero también de "la lección al mundo" que aquellos días dio "un pueblo unido".

El espíritu de la concordia fue el eje inspirador de una conmemoración en la que se pasó de puntillas sobre la amenaza que constituye, aun hoy, el terrorismo. A ello se refirió, sin entrar en detalles, el ministro del Interior ante los micrófonos de la prensa: "Hay que seguir trabajando sin bajar la guardia", afirmó Fernández Díaz.

En la misma línea, el número dos de UPD, Carlos Martínez-Gorriarán, insistió ayer en que "la amenaza sigue estando viva". Ninguno de ellos hizo referencia al origen de esta posible amenaza terrorista ni a las líneas estratégicas de seguridad preventivas que se adoptan.

Tras hora y media de homenaje, las víctimas fueron recogiendo, un diploma de recuerdo. Salieron charlando, en la plaza de Oriente, y se quedaron unos minutos, aprovechando el sol. Dicen los psicólogos que el recuerdo de la víctima permanece inalterable. Que las heridas emocionales son difíciles de cicatrizar. Pero ayer, por primera vez en 10 años, gracias a la paz de las asociaciones, muchas personas pudieron poner fin a la batalla y cerrar el círculo.