El que fuera el primer civil en dirigir la institución de la Guardia Civil en 1986, falleció el miércoles pasado a los 78 años, víctima de un cáncer, en el hospital San Juan de Dios de su ciudad natal. Luis Roldán nació en Zaragoza en 1943, fue concejal del ayuntamiento por el PSOE y pasó a ser delegado del Gobierno en Navarra entre 1982 y 1986. Durante años, se presentaba falsamente como ingeniero industrial y economista. El punto álgido de su trayectoria llegó cuando el Gobierno de Felipe González lo nombró como director general de la Guardia Civil.
Durante los siete años en los que permaneció en el cargo, Roldán aprovechó para aumentar su patrimonio a costa de las arcas públicas. Su objetivo de ser ministro del Interior desapareció tras las informaciones publicadas por Diario 16 a finales de 1993. Una decena de pisos y chalés administrados por una sociedad secreta, Europe Capital SL, entre otras cosas, expusieron públicamente al político hasta su destitución el 3 de diciembre de ese mismo año.
Según la Fiscalía, cuando dejó el cargo tenía 500 millones de pesetas más en el bolsillo (más de tres millones de euros). Se cree que, aproximadamente, llegó a robar diez millones de euros, aún en la sombra de un paradero desconocido. Esta incertidumbre le persiguió hasta el final de sus días.
Cuando iba a responder ante la Justicia, un giro narrativo sorprendió a todos los afectados.
Historia de una fuga
El 29 de abril de 1994, la jueza Ana María Ferrer había citado a Roldán para su comparecencia ante el juzgado y la retirada de su pasaporte. Sin embargo, este había abandonado tierras nacionales dos días antes. Así comienza la historia de una fuga que marcó un punto de inflexión en la democracia española.
Antoni Asunción, entonces el ministro del Interior con el que se había comprometido a ir a declarar a los juzgados, fue el primer damnificado de la mentira. Se vió obligado a dimitir y durante diez meses, Roldán se conviertió en la persona más buscada del país.
Es entonces cuando entra en escena el verdadero antagonista. El exagente y espía de los servicios secretos españoles, Francisco Paesa, le ayudó a mantenter el perfil bajo en París. Seis de los diez meses de busca y captura los pasó en la capital francesa, custodiado por Paesa y su empleado, El Sueco. Pero fue víctima de su propio engaño, lo detuvieron en Laos y fue entregado a las autoridades españolas en el aeropuerto de Bangkok (Tailandia), el 27 de febrero de 1995, concretamente 310 días después de escaparse.
José Alberto Belloch, sucesor de Asunción, se había puesto en contacto con Paesa para que delatara su paradero por, supuestamente, una recompensa de 244 millones de pesetas (casi un millón y medio de euros). Además, según le contaba Roldán a El Confidencial años después, todo el dinero que había robado terminó en manos del traidor. No hay argumentos lógicos que expliquen cómo Francisco Paesa salió impune de toda la situación. Después de fingir su muerte, renacer y reaparecer con varias operaciones estéticas, el hombre de las mil caras lleva ya una vida alejada de su pasado.
Respecto al protagonista, tres años después de su detención, fue condenado a 28 años de prisión por malversación de fondos públicos, cohecho, fraude fiscal y estafa. El Tribunal Supremo elevó la pena a 31 años pero terminó cumpliendo 15 por los límites de cumplimiento establecidos en el Derecho Penal y la redención por estudios y trabajos. Diez en la cárcel de mujeres de Brieva (Ávila) y cinco en la prisión de Zuera (Zaragoza).
Finalmente, fue liberado el 19 de marzo de 2010. La entrevista con Juan José Millas para El País fue la aparición más significativa que realizó los años siguientes. Poco a poco, su cuerpo se fue desgastando hasta que un cáncer de próstata terminó con su vida.
Luis Roldán Ibáñez falleció el pasado miércoles 23 de marzo en el Hospital San Juan de Dios de Zaragoza a los 78 años. Un legado marcado por la sombra de diez millones de euros es lo que pone el punto y final a su historia. Así explicó El Periódico Extremadura el momento de su detención el 28 de febrero de 1995.
