Si buscan el recogimiento y la tranquilidad en su día a día quizá puedan estar interesados en irse a vivir a un convento. Pero no será necesario tomar los votos para convertirse en fraile o religiosa, solo tendrán que comprar el convento de la Merced en Trujillo situado en la calle del mismo nombre: De la Merced. Se trata de un edificio de casi 4.000 metros cuadrados en tres plantas, con un claustro central y casi una decena de habitaciones, que fue fundado en 1594 por Francisca Pizarro Yupanqui, hija del conquistador de Perú, Francisco Pizarro, y la princesa inca Inés Huaylas.

Este ilustre edificio, que hace unos años pasó a manos privadas, está ahora nuevamente en venta. Si en un primer momento la idea de sus nuevos propietarios fue la construcción de un hotel de cuatro estrellas, parece que el proyecto no llegó a buen puerto ya que ahora vuelve a buscar dueños que le doten de vida, aunque no sea monástica. Pero no tarden mucho en pensárselo porque desde que apareciera en varios portales inmobiliarios su venta ya ha tenido más de un pretendiente. Al menos así lo asegura Roberto Menetray, responsable de Lancois Doval, una empresa dedicada a dar difusión de edificios de "alto nivel" en venta. Este explica que el convento tiene proyecto arquitectónico visado y licencia para su rehabilitación integral y transformación en hotel de cuatro estrellas, "pero esto sería antes de la crisis probablemente, y luego la idea se abandonó, aunque una fundación o alguien con inquietudes que quiera montar un negocio de hostelería podría volver a animarse", señala. Inquietudes y una abultada cuenta corriente también será necesario. La cantidad por la que se vende este singular edificio de importante valor histórico artístico ronda los 900.000 euros.

Residentes ilustres

El anuncio añade que dispone del estudio histórico arqueológico visado por un arqueólogo colegiado y que estamos ante "una singular propiedad ideal para su rehabilitación integral y transformación en vivienda-palacio de indudable interés y categoría". Y es que en él se conservan en bastante buen estado su fachada de estilo barroco y diversos escudos, así como lapidas funerarias del siglo XVIII. Quien se aloje o resida en este lugar debe saber que fue en sus orígenes la iglesia conventual de la Orden de la Merced, que se instaló en Trujillo en 1602, trasladándose a este convento años después, ya que fue en torno a 1620 cuando comenzaron las obras, según el cronista oficial de Trujillo, José Antonio Ramos.

Mercedarios ilustres como el escritor fray Gabriel Téllez, más conocido como Tirso de Molina, fue comendador del convento. Pero fue en 1809 cuando, tras la invasión francesa a Trujillo, el convento sufre grandes desperfectos y ya fue difícil retomar en él la vida de los mercedarios. Sin embargo, este edificio singular no se encuentra entre las edificaciones que la Junta de Extremadura cataloga como Bien de Interés Cultural, a pesar de que desde distintas instancias se considera que cuenta con méritos suficientes para ello. Según el director de la Academia de Extremadura de las Artes y las Letras, Javier Pizarro, aunque la institución tomó hace algún tiempo la iniciativa para, junto al Ayuntamiento de Trujillo, instar a la Junta al inicio del trámite, "de momento no hay nada sobre la mesa", asegura.