Grupo Gallardo tiene en la Siderúrgica Balboa el principal estandarte del conglomerado metalúrgico extremeño dentro del sector. Pero sus dos décadas de historia no han sido precisamente una balsa de aceite, sino más bien una sucesión de altibajos, marcados por los enfrentamientos entre la empresa y los trabajadores, especialmente la amenaza de cierre que se puso en el 2013 sobre la mesa y que se salvó finalmente con un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que fijó en 117 los despidos.

Fundado a finales de los años 90, el grupo extremeño llegó a contar con un millar de trabajadores, aunque tras sucesivos EREs entre 2002 y 2013, la plantilla se había reducido a los 400 trabajadores que había el año pasado. Con una inversión de 60 millones de euros, la empresa estaba diseñada para producir 450.000 toneladas anuales de acero y 210.000 toneladas de laminados. En los 20 años posteriores Grupo Gallardo invirtió 500 millones en ampliar la planta de Siderúrgica Balboa.