120 años de actividad salpicados por modificaciones legislativas, la tragedia de la Guerra Civil y la escasez de la Segunda Guerra Mundial. Dos colegios que han visto cómo los farmacéuticos cambiaban los prensa-jugos y morteros por códigos MIDI y recetas electrónicas.

Una región que puede presumir de haber albergado el primer hospital de España, el Xenodoquio en Mérida, innovación sanitaria en tiempos visigodos. Vanguardia observable también en el Museo Nacional de Arte Romano de la capital extremeña. En los ajuares funerarios de los médicos-farmacéuticos, que entonces eran la misma persona, no sólo se enterraron pinzas, bisturíes y escalpelos, instrumentos quirúrgicos al fin y al cabo, sino los primeros medicamentos de ‘terra sigillata’.

Estanterías y cajones surtidos de Piedra de Benzoar, Ámbar Gris, agua de Guayacán, corteza de quina, pimienta, tabaco o zarzaparrilla e incluso amuletos y figuras en el mostrador llenaban las paredes de las ‘oficinas de trabajo’ de los boticarios del siglo XVIII. Dos siglos después, la labor de los farmacéuticos de la región fue destacable por su tratamiento del paludismo en Extremadura, con mucho esfuerzo y en muchos casos sin beneficio económico por la escasez que había en los años 40 de corteza de quina, necesario para elaborar los medicamentos que trataban esta enfermedad.

El mismo mes que se patenta la aspirina, en 1899, se funda el Colegio de Farmacéuticos de Badajoz, una coincidencia que Cecilio Venegas, el actual presidente, no duda en mencionar mientras hace un repaso por los hechos más remarcables de la historia de la farmacia pacense.

Este otoño, por el 120 aniversario, el colegio ofrecerá conferencias a colegas de profesión y a alumnos de institutos y colegios de la provincia. Estas pondrán en valor el pasado, presente y futuro de la fabricación de medicamentos, desde la botánica a la biotecnología. La iniciativa parte de una voluntad de «conectar con todos los esfuerzos que ha hecho el ser humano durante todo el tiempo para recuperar la salud o para no perderla», justifica el presidente del colegio de farmacéuticos de Badajoz.

La exposición podrá encontrarse de manera permanente, durante al menos tres meses, en las paredes del colegio, en la calle Albarrán de la capital pacense. Se realizará gracias a los fondos del propio colegio, pero también del Museo de la Medicina y de la Salud de Extremadura que se encuentra en Zafra y del Museo de Historia de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Sevilla.

Entre carteles, folletos de mano y publicidad de medicamentos de la prensa regional se podrá tomar conciencia del cambio de paradigma, de la elaboración artesanal al mundo químico, con los primeros medicamentos patentados a nivel mundial y también aquellos que son fruto de la labor realizada en la región. Así sucedió con los preparados de la farmacia del doctor Camacho, Ricardo Camacho de Castro, elaborados del quina o el opio que vendió a toda España. También puso en circulación las primeras penicilinas de Extremadura.

El doctor Camacho no es el único nombre relevante si se habla de farmacia en Extremadura. Bartolomé Pérez, boticario de Felipe V; los Villalobos, botánicos corresponsales del Real Jardín Botánico citados en obras de Linneo; Telesforo Torres González, representante de España ante la Organización Mundial de la Salud; los Rivas, catedráticos de Botánica o Juan Remón Camacho, «que fue seguramente la persona que más batalló para que tengamos universidad en Extremadura», explicaba Cecilio Venegas.

Pedro Claros, presidente del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Cáceres, también habló con el periódico e ilustró como había sido el desarrollo de la farmacia en la provincia. Remarcó la particularidad del colegio de Cáceres por ser el único de España que pidió que las farmacias pasasen a ser entes públicos al servicio del Estado, igual que los médicos eran ahora considerados funcionarios. «Estuvo muy mal visto por el resto de la clase farmacéutica española», explica Claros.

Tanto él como el presidente del colegio de Badajoz coinciden en que los últimos 5 años han estado marcados por el paso a la receta electrónica. Extremadura puede jactarse de ser la segunda comunidad, por detrás de Andalucía, que la puso en marcha. Gracias a esta innovación tecnológica, se ha conseguido liberar a los médicos de burocracia y ahorrar tiempo a los pacientes.

Para finalizar, Pedro Claros habla de las problemáticas actuales. «Son malos tiempos para la farmacia rural», opina. En Cáceres, 50 de las 300 farmacias están en Viabilidad Económica Comprometida. Aquí juega un factor decisivo la despoblación. La remuneración que obtienen los farmacéuticos va en función de las recetas que dispensan y estas «son la octava o décima parte de lo que eran». Al problema de la despoblación se le suma la fijación de los precios de los medicamentos por parte del Estado, «que ha ido ajustándolo a la baja, bajándole el margen comercial al farmacéutico», comenta el presidente del colegio cacereño. Una dificultad que Cecilio Venegas también denuncia y a la que atribuye el desabastecimiento de casi trescientas líneas de medicamentos.