Hace un año, antes de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara oficialmente la pandemia de covid-19, nadie en el mundo intuía todo lo que ha sucedido en los últimos doce meses. Agustín Muñoz Sanz (Valle de la Serena, Badajoz, 1953), infectólogo y profesor titular de Patologías Infecciosas de la Universidad de Extremadura, ya entonces pedía prudencia. «Cabe la posibilidad de que este virus se expanda, se adquiera una inmunidad natural como ha ocurrido con el sarampión, la varicela, la rubeola y la gripe, o bien que haya una catástrofe», decía hace más de un año.

Ahora vuelve a pedir prudencia ante el aumento de contagios y una posible cuarta ola de la que ya advierten los especialistas. Confía en la vacunación y deja claro que hablando de virus, sus mutaciones y lo que ocurra en el futuro será fruto del azar. Eso sí, las consecuencias sí dependen del factor humano, de las decisiones de los gobernantes y de las conductas de la población.

-Parece que nadie esperaba en 2020 una pandemia de coronavirus. Un año después, ¿se podía prever el escenario actual un año después?

-No, es imposible predecir una catástrofe de esta magnitud. Por educación infectológica no minusvaloramos un brote infeccioso por insignificante que parezca. Una cerilla en una gasolinera puede ser el preludio de un superincendio. Un microbio es la cerilla; el planeta, tal como lo tenemos, es la gasolinera.

-La comunidad ha pasado en apenas un mes de la incidencia más alta a la más baja del país. ¿Es normal? ¿Fuera de Extremadura se ha hablado de milagro? ¿Qué se está haciendo bien y qué se está haciendo mal?

-Un milagro es la aparición de la Virgen. Siempre lo hace ante unos pastorcillos o pastorcillas y nunca se aparece a una ingeniera nuclear o a un catedrático de filosofía pura. Las infecciones bajan si se siguen los protocolos de prevención. Ocurrió en enero tras el desastre de diciembre. Mal, lo de diciembre; bien lo de enero. No hay milagros, sino decisiones adecuadas y conductas sensatas.

-Recientemente el consejero de Sanidad decía que el 65% de los contagios en Extremadura son de la cepa británica. ¿Qué diferencia esta cepa de la anterior?

-La información es matizable. No sabemos a qué población se refiere. Ni a qué grupos de edad y comorbilidades. Amén del número de muestras estudiadas: 65% de 100 es 65 casos. No es lo mismo la humedad relativa que la absoluta. Por otra parte, en enero ya avisaron en Estados Unidos que la citada variante dominaría allí en marzo. Por tanto, algo previsible. La diferencia entre las variantes estriba en unos cambios o mutaciones en lugares específicos del genoma del virus. La ‘nueva’ tiene una mutación específica que la define. Pero ‘la anterior’ ya era también mutante con respeto a la ‘original’ de Wuhan (China), que a su vez había mutado. Es un mandamiento genético evolutivo en los virus ARN.

-¿Es más contagiosa y mortífera como se comenta?

-Está demostrado que esta variante es más contagiosa (60-70%). Según algunos estudios solventes, con limitaciones metodológicas, parece causar mayor mortalidad en varones y mayores. En torno al 61%. Está por ver si de verdad mata más o si el aumento de la letalidad es debido a diversos factores asociados.

-¿Es especialmente preocupante esta cepa británica? ¿Y qué pasa con la sudafricana, la brasileña…?

-Cualquier mutación que favorezca al virus debe preocupar. Sobre todo, si lo hace más agresivo o si le permite eludir las defensas naturales (inmunidad) o prestadas (vacunas) y algunos tratamientos (plasma inmune, anticuerpos monoclonales, fármacos antivíricos). El supuesto de eludir las defensas y la eficacia de las vacunas ocurre con las variantes conocidas como sudafricana, brasileña, californiana y la de Oregón.

-¿Es previsible que sigan creciendo estas cepas o podrían surgir otras nuevas variantes?

-En cuanto al virus, todo depende de las mutaciones. No se olvide que ocurren por azar. No es un plan diseñado por el bicho o por un científico criminal. La virulencia puede ir a menos o empeorar. Lo que está ocurriendo ahora es un término medio. Respecto al factor humano, dependemos de las vacunas y de las medidas de protección.

-¿Hay evidencias para empezar a pensar que la covid acabará siendo una enfermedad endémica?

-Sí. Pero no se debe confundir la realidad con el deseo. El SARS (2020) desapareció del mapa. El MERS (2012) sigue en brotes pequeños y locales. Los otros coronavirus respiratorios son estacionales. Parece que puede ocurrir igual ahora (SARS CoV-2), pero nadie puede demostrarlo. El tiempo dirá.

-Hasta ahora parece que solo se ha aprobado el Remdesivir como único medicamento para tratar el covid. También dicen que funciona el plasma autoinmune. ¿Por qué no hay más opciones?

-El tratamiento farmacológico es la Cenicienta de este cuento de terror. Remdesivir es mediocre y, de hecho, la OMS acaba de desautorizarlo. La noticia buena es que hay 239 productos antivíricos en investigación. La inteligencia artificial ha rastreado 41 millones de moléculas y 807 parecen servir para bloquear una proteína esencial para el virus; siete fármacos tienen buenas perspectivas. Se harán tratamientos combinando varios fármacos, como contra el VIH y la hepatitis C.

-Sí ha habido avances más rápidos en las vacunas. ¿Protegen contra todas las variantes del covid?

-Sí, unas más que otras. Hay que tener cuidado con las comparaciones porque parten de planteamientos metodológicos distintos. Hacer una champions league a ver cuál es la mejor (eficacia y tolerancia) puede ser muy peligroso. Es incorrecto. Todas las vacunas son buenas. Y ya se están haciendo modificaciones de adaptación a las nuevas y futuras variantes, lo cual servirá para las pandemias que vendrán.

-Cada comunidad parece que lleva un ritmo diferente en la campaña de vacunación. ¿Cómo valora el proceso en Extremadura?

-En cuanto a las diferencias entre las comunidades, es otro absurdo más made in Spain. En general, incluida Extremadura, cabe decir como se dijo hace unos años respecto a determinadas fincas, que son manifiestamente mejorables.

-¿Qué le parece la paralización de las dosis de AstraZeneca? ¿Hay motivos para la preocupación o forma parte del proceso habitual cuando comienza la inmunización de una nueva vacuna?

-Un dislate. Creo que subyace un fondo político-económico-mediático tremendo. Se deben seguir las recomendaciones de la Agencia Europea del Medicamento y de la OMS. Sus decisiones deberían ser acatadas por todos los países europeos de forma unánime, sin rechistar. Para no generar confusión e incertidumbre en la ciudadanía. Un joven no vacunado tiene quince veces más riesgo de morir por covid que por la vacuna.

-El SES prevé aumentar notablemente la vacunación a partir de abril y alcanzar la inmunidad de rebaño frente al covid (implica tener vacunada al 70% de la población mayor de 18 años, unas 530.000 personas) en agosto. ¿Es factible?

-Si lo dicen será porque tienen datos, pero es bastante complicado. Ojalá se cumpla y, si es antes, mucho mejor. Suspender o retrasarlas vacunas no parece la mejor vía para lograr el objetivo.

-¿Cómo se suele comportar un virus cuando la mayoría de la población tiene anticuerpos frente a él? ¿Qué supondría en la vida diaria alcanzar esa cifra? ¿Fin de las mascarillas, la distancia social…?

-Un virus respiratorio aprovecha las aglomeraciones humanas para difundirse con facilidad. Si se le ponen barreras (no aglomerarse, ventilar recintos, mascarillas…) lo tiene más difícil. Peor aún con las vacunas que, sumadas a los millones de infectados (inmunidad natural), dificultan la circulación del virus. Creo que las mascarillas formarán o deberían formar parte de nuestra realidad futura en determinadas épocas (otoño, invierno, brotes respiratorios). La caída de la gripe debería servir de modelo y acicate.

-¿Usted se ha vacunado ya? ¿Entiende que pueda haber algunas reticencias en algunas personas?

-No, ni sé cuándo me tocará. A pesar de tener varios factores de riesgo. Lo grave es que no soy el único. En cuanto a los reticentes, que nos cedan las vacunas a los expectantes.

-Recientemente se ha conocido que personas ya vacunadas han contraído la enfermedad. ¿No es óbice entonces para contraer el covid, ni para relajar las medidas de seguridad?

-El sistema inmunitario es como un ejército: necesita entrenamiento. Hay que dar tiempo a que la inmunidad se adecúe al estímulo viral o vacunal. Se debería entender que hasta dos semanas después de la segunda dosis (o la dosis única en la vacuna de Janssen), no hay inmunidad segura y eficaz. Por eso es muy importante no abandonar bruscamente las medidas de prevención no farmacológicas. Para no ir de la boda al entierro.

-¿Y qué pasa también con la reinfección? Dicen que el 20% podría reinfectarse y que son casos anecdóticos, pero están «infraestimados».

-La reinfección es rara, pero existe, sobre todo en personas mayores y con las nuevas variantes. El ejemplo, lamentable, de Manaos (Brasil) debería servir de aviso.

-¿Cree que habrá una cuarta ola de contagios tras el puente y la Semana Santa y otro reguero de fallecimientos? ¿Cómo se puede evitar?

-Las olas son consecuencia de la condición multifactorial de las mareas. En otros países están muy preocupados. Si no respondemos adecuadamente, tendremos de nuevo un incremento de infecciones, ingresos, ingresos en UCI y, lamentablemente, mortalidad. Pero se puede evitar.

-¿Los cribados masivos están sirviendo realmente para detectar casos positivos y frenar los contagios?

-Habría que saber, yo lo desconozco, cuántos cribados se han hecho y cuántos casos se han detectado. Hay muchos factores que condicionan sesgos y los cribados espectaculares tiene un tufo raro, propagandístico, de dudosa eficacia epidemiológica. Lo que sin duda funciona es el rastreo compulsivo y la secuenciación. En cuanto a frenar los contagios, me remito a las estadísticas. Fin del milagro.

-¿Cuáles cree que son las lecciones aprendidas un año después de la pandemia del coronavirus?

-Es difícil contestar. Depende de cada persona individual y de la sociedad. Visto lo visto, no parece exagerado decir que un burro no suele tropezar dos veces en la misma piedra. Respecto a algunos humanos, al menos en este asunto, cabe dudar. Se atribuye a Albert Einstein decir que hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez, y de la primera no estaba tan seguro. Me acojo a la sabiduría del genio y a su no escrita ley de estupidez universal.